Nuevo año, nuevas misericordiasMuestra
Si obedeces durante mil años, no eres más aceptado que cuando creíste por primera vez; tu aceptación se basa en la justicia de Cristo y no en la tuya.
El hecho es que el pecado es un desastre más grande de lo que pensamos que es y la gracia es más asombrosa de lo que parece que somos capaces de comprender. Nadie que realmente entienda lo que las Escrituras tienen que decir sobre la naturaleza integral del pecado que cambia todos los aspectos de su personalidad, jamás pensaría que alguien podría reunir la motivación y la fuerza suficientes para elevarse al estándar de perfección de Dios. La idea de que cualquier ser humano caído pueda realizar su camino hacia la aceptación de Dios tiene que ser la más loca de todas las ilusiones. Sin embargo, todos tendemos a pensar que somos más justos de lo que somos, y cuando pensamos esto, hemos dado el primer paso para aceptar la ilusión de que, después de todo, quizás no somos tan malos a los ojos de Dios.
Por eso la verificación de la realidad de Romanos 3:20 es tan importante. Pablo escribe: "ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado." Si oraras en cada momento de tu vida, no podrías orar suficientes oraciones para ganarte la aceptación de Dios. Si dieras cada céntimo de cada euro que hayas ganado en cada trabajo que hayas tenido, no podrías dar lo suficiente para merecer la aceptación de Dios. Si cada palabra que dijiste fuera pronunciada con la más pura de las motivaciones concienzudas, nunca serías capaz de hablar en tu camino hacia la reconciliación con Dios. Si te entregaras a una vida de ministerio ininterrumpida, momento a momento, nunca podrías ministrar lo suficiente para lograr el favor de Dios. El pecado es demasiado grande. El listón de Dios es demasiado alto. Está más allá del alcance de todo ser humano que alguna vez haya respirado por primera vez.
Por eso Dios, en amor, envió a su Hijo: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Verás, no había y no hay otra manera. Solo hay un portal para la aceptación de Dios: la justicia de Cristo. Su justicia está entregada a nuestra cuenta; los pecadores son bienvenidos a la presencia de un Dios santo basado en la perfecta obediencia de otro. Cristo es nuestra esperanza, Cristo es nuestro reposo, Cristo es nuestra paz. Él cumplió perfectamente el requisito de Dios para que en nuestro pecado, debilidad y fracaso nunca más tuviéramos que temer la ira de Dios. ¡Esto es lo que hace la gracia! Entonces, como hijos de la gracia, obedecemos como un servicio de adoración, no en un intento desesperado de hacer lo que es imposible: ganarnos el favor de Dios de manera independiente.
Escritura
Acerca de este Plan
A lo largo de 15 días, Paul David Tripp te recordará la gracia de Dios hacia ti, verdades que nunca envejecen. Cuando la "modificación del comportamiento" o los aforismos para sentirse bien no son suficientes para hacerte nuevo, aprende a confiar en la bondad de Dios, a confiar en Su gracia y vivir para Su gloria todos los días.
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