Nuevo año, nuevas misericordiasMuestra
Para el creyente, el miedo siempre olvida a Dios. Si Dios es soberano y Su gobierno es completo, sabio, justo y bueno, ¿por qué temerías?
Las palabras de Ezequías, rey de Judá, suenan tan verdaderas hoy como en el aterrador momento hace siglos y siglos cuando se pronunciaron por primera vez. Judá había sido invadida por el poderoso rey de Asiria, Senaquerib. Ezequías preparó y armó a Judá para la batalla, pero eso no fue todo lo que hizo. Se dirigió a la gente con un problema más importante. Sabía que en esos momentos el pueblo de Dios solía tener miedo, y sabía de dónde venía ese miedo. A menudo, en estos momentos de desafío, el pueblo de Dios entraba en pánico porque eran amnésicos de identidad. Se olvidarían de quiénes eran como hijos de Dios y se olvidarían de quién es Dios en todo su poder omnipotente y su gloria. Entonces, en este momento, Ezequías sabía que no podía ser solo un buen rey y un general hábil; también debe ser un pastor sabio para su pueblo.
Mientras se preparaban para el ataque asirio, Ezequías no quería que el pueblo de Judá pensara que estaban abandonados a su valor de batalla, su experiencia en la guerra y su habilidad con las armas. Quería que supieran que habían sido increíblemente bendecidos con otro ingrediente, uno que no podían ni debían olvidar. Asi que el dijo: "Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá." (2 Crónicas 32:7-8).
Habrá un momento en el que preguntarás: "¿Dónde puedo encontrar el valor para enfrentar lo que estoy enfrentando?" Ezequías te da tu respuesta: "Mira hacia arriba y recuerda a tu Dios". Como hijo de Dios, nunca te dejan pelear solo.
Escritura
Acerca de este Plan
A lo largo de 15 días, Paul David Tripp te recordará la gracia de Dios hacia ti, verdades que nunca envejecen. Cuando la "modificación del comportamiento" o los aforismos para sentirse bien no son suficientes para hacerte nuevo, aprende a confiar en la bondad de Dios, a confiar en Su gracia y vivir para Su gloria todos los días.
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