Haciendo espacioMuestra
Palabra y Oración
Cuando leemos la Biblia, estamos buscando a Dios. Cuando oramos, estamos escuchando a Dios. Estudiar la Biblia no se trata de descubrir un manual de usuario para la vida, sino de encontrar y comprender a Dios mismo. Del mismo modo, la oración no es una máquina dispensadora o una consulta. Cuando nos relacionamos con la Biblia y la oración, llevamos nuestras vidas a Dios para recibirlo.
En Proverbios 2:1, Dios se refiere a cada uno de nosotros como “Mi hijo,” tomando la postura del Padre. Dios es nuestro Padre que nos habla, cuida nuestras vidas, y nos da sabiduría gratuitamente. Dios es sabio, nuestro tesoro, y nuestra protección.
Cuando leemos la Biblia y oramos, también buscamos ver y comprender la obra de Dios, la vida de Dios, y la acción de Dios en este mundo. Por lo tanto, le pedimos a Dios en oración, “¿Qué has hecho, y que estás haciendo?
En este pasaje vemos que Dios nos da mandamientos, habla, da entendimiento, nos protege, nos da abundante sabiduría, y vela por nosotros. Dios se da a conocer y habla generosamente en cada área de la vida para traer sabiduría y conocimiento que sean agradables a nuestras almas.
Eres un hijo o una hija de Dios. En Cristo estás protegido, guardado, cuidado, y en una morada de sabiduría. Eres Su hijo, no porque hiciste lo mejor, sino porque Dios es el Padre. Estás protegido, no porque te hayas guardado a ti mismo, sino porque Dios es tu protección. Tu identidad está arraigada en Su identidad.
Aquí hay algunas implicaciones de este pasaje. Estamos llamados a recibir las palabras de Dios, prestar atención, llamarlo, elevar nuestra voz, buscarlo como a un tesoro, comprenderlo, encontrar conocimiento, recibir sabiduría, y comprender la justicia. Muchas de estas implicaciones reorientan la motivación y la manera en la que venimos a Dios a través de la lectura de la Biblia y la oración.
Escritura
Acerca de este Plan
En un mundo ocupado, tenemos que hacer espacio para las cosas que más importan. Tenemos que aprender a aplicar la sabiduría de Dios que te ayudará a incorporar estas actividades dentro de tu vida ajetreada. En algunos casos te darás cuenta que estás haciendo las cosas equivocadas. O podrías descubrir que estás haciendo las cosas correctas por la razón equivocada o de la forma equivocada, por lo que no son vivificantes ni satisfactorias.
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