EL FIN DE CONTENDER: Aliados bajo un mismo Señor

“Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén" (Judas 25).

“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Apocalipsis 5: 9-10).

Devocional

La invocación que cierra la Epístola de Judas se dirige a Aquel que nos puede preservar de cada caída y hacer que comparezcamos sin culpa delante de Su gloria. De esta manera, la historia de nuestro combate se encaja dentro de una historia aún mayor. Una historia más grande que protege y dirige a todos aquellos que han sido comprados con la sangre del Cordero y quienes, por lo tanto, se encuentran en el pacto de gracia con Dios.

Estar bajo un pacto con Dios en Cristo implica recibir el apoyo eficaz que asegurará la victoria de cada uno de los redimidos. Del Apocalipsis de Juan entendemos que podemos estar en este pacto con Dios gracias a un pacto anterior. Se trata del pacto que se hizo entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y que consiguió, de manera voluntaria, que el Hijo Jesucristo – sin culpa y en obediencia perfecta al Padre – se ofreciera como un sacrificio sustitutivo para nuestra salvación. Es en su sangre que somos recibidos (1ª Cor. 11:25) en el pacto con Él y, asimismo, somos preservados del maligno.

El Amén – el testigo fiel y verdadero - nos conduce eficazmente a la victoria ya garantizada por Jesucristo en la cruz. Descansemos, tranquilos como polluelos debajo de las alas de la gallina, y preservemos la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, con regocijo, exultantes, al darle a Él toda la gloria.

Acción de gracias

Padre, te damos gracias por darnos a tu unigénito Hijo como un sacrificio eficaz para nuestra salvación. Señor te agradecemos porque tú, el Amén, el testigo fiel y verdadero, sostienes nuestra lucha y nos das la victoria. Espíritu Santo, te damos gracias porque nos conduces por caminos de justicia.

Confesión

Pedimos perdón por las veces – demasiadas – cuando nos hemos imaginado luchando a solas, olvidando el hecho de que Tú, el Amén, nos compraste para Dios con tu sangre preciosa, para proclamar tu Palabra y hacernos reyes y sacerdotes para siempre.

Petición

Padre nuestro, en virtud del pacto eterno que has hecho con tu Hijo maravilloso y con el Espíritu Santo, volvemos a pedirte: ¡presérvanos del Maligno, santifícanos en la Verdad y, siendo uno en ti, mándanos al mundo para proclamar tu Palabra!

Giacomo Ciccone

Presidente

Alianza Evangélica Italiana