CONTENDER puesto que somos llamados, amados y guardados

“Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo, a los llamados, amadosen Dios Padre y guardados para Jesucristo: Misericordia, paz y amor os sean multiplicados" (Judas 1-2).

Devocional

Judas recuerda a los destinatarios de su carta, que aquellos que han respondido al llamamiento de Dios el Padre, también disfrutan de su inmenso amor. El ser ‘amados en Dios el Padre’ implica una relación con Él: un amor personal e íntimo, sin tener en cuenta nuestra condición o habilidades. Jesucristo mismo, al entrar en el mundo, encarnó este amor divino y, en la carta, se afirma que Él mismo nos guarda en este amor. Ser el objeto del amor del Padre en Cristo también implica conservar y vivir el amor por la comunión espiritual con Dios, en medio de las luchas de la fe.

Este amor se traduce en amar los unos a los otros, tal como Cristo nos ordenó, como señal del verdadero discípulo (Juan 13:34-35).

Pero, ¿cómo experimentar esta clase de amor en un contexto de opresión, persecución y ataques a nuestra fe y la integridad del Evangelio? Judas nos da la respuesta: En su amor incondicional Jesús ofrece una seguridad eterna, que sobrepasa las limitaciones humanas, la percepción de nuestros sentidos, de nuestros sentimientos y de las circunstancias. Promete nunca abandonar a los que creen en Él, sino estar con ellos en cada circunstancia de la vida – “…y he aquí, estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20b). Él es quien nos guarda en Su amor y nos da la capacidad de apreciarlo.

Si apreciamos el hecho de ser amados en Dios y guardados en Cristo, Judas nos invita a contender para que esta gran verdad pueda permanecer firmemente arraigada en nuestras vidas y ser real en nosotros cada día, y no solo en nosotros, sino en los que nos rodean, a través de nuestro testimonio valiente.

Al poner nuestra fe en Cristo, él que primero nos amó y el único capaz de guardarnos en su amor, estamos llamados a pelear con energía la buena batalla de la fe (1Tim.6:12).Él multiplica su misericordia, su paz y su amor para con nosotros. Oremos los unos por los otros como Judas oró por sus hermanos, para que nos aferremos a la Palabra de Dios. Hemos tenido el privilegio de llegar a ser herederos y defensores del maravilloso, eterno Reino de Dios, y de un Rey sin parangón, que ama y estima a los suyos, y lucha a su lado.

Acción de gracias

Padre, nunca dejaremos de agradecerte por darnos esta oportunidad de abrir nuestros corazones y ver más allá, a lo invisible.

Tú has prendido en nuestro ser la llama de tu amor, la luz de tu conocimiento, y te damos gracias por tu fidelidad a nosotros, la cual, a su vez, nos hace fieles a tu divina Palabra.

Confesión

Oh, Señor, guárdanos del Maligno y de toda tentación.

Perdónanos porque, a menudo, olvidamos que somos hijos “amados en Dios Padre y guardados por Jesucristo”

Perdónanos porque, a menudo, renunciamos a la batalla diaria de expresar y mantener nuestra fe en ti, de protegerla de los ataques de los que se oponen, y de defenderla con sabiduría.

Cuando caemos, danos la gracia para levantarnos de nuevo. No permitas que nuestro pie resbale y que nuestra fe se vuelva insípida.

Petición

Ayúdanos a esforzarnos - con humildad y sometidos a tu voluntad – por perseverar fielmente en tus caminos, proclamar tu Palabra con coherencia, valentía y amor, sabiendo que somos plenamente amados y guardados por ti en esta labor.

Salvo Bonaccorsi

Secretario General

Alianza Evangélica Italiana