No temerá mi corazónSample

Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;

Me ocultará en lo reservado de su morada;

Sobre una roca me pondrá en alto.

Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,

Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;

Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.

David era consciente de su realidad y del peligro que lo acechaba. Él era consciente de su situación. Sus enemigos eran reales y buscaban destruirlo. Sin embargo, David ofrecía sacrificios de alabanza y adoración a Dios.

Una de mis canciones favoritas dice: " Me alegraré aun en el dolor, pues soy tu amado y vivo confiado en mi Salvador". El dolor inevitablemente llega, el temor generalmente lo acompaña.

Aún rodeado, aún abatido y aún con temor, una idea no salía de la cabeza de David: el dar alabanzas a Dios. El principal deseo de David era vivir en un constante espíritu de adoración y alabanza hacia el Dios que cuidaba su vida. David sabía y confiaba en que había un cuidado especial y una promesa de protección a quienes buscan a Dios de manera sincera y desde lo profundo de su corazón. La promesa no es la evasión de los problemas o la ausencia de ellos, sino la constante certeza de seguridad a quienes se amparan en el cuidado de Dios.

Este versículo nos habla de la protección divina que podemos obtener en los momentos difíciles de nuestra vida. Cuando nos encontramos en una situación de peligro o angustia, Dios nos ofrece su refugio y su ayuda. Él nos esconderá en su Tabernáculo, lo cual simboliza la presencia divina en nuestra vida. En los momentos de mayor necesidad, podemos recurrir a Él y encontrar la fuerza que necesitamos.

El tabernáculo en la época de David significaba la presencia viva de Dios, era el lugar en el que el pueblo se encontraba con Dios, donde Dios se revelaba a Su pueblo y donde los pecados eran expiados. Juan 1:14 dice que "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". La palabra "habitar" significa vivir o morar, por lo que decir que el Verbo habitó entre nosotros implica un cambio de residencia. La presencia de Dios antes podía ser encontrada únicamente en el tabernáculo, hasta que llega Jesús a cambiarlo todo. La casa de Dios deja de ser un lugar físico y pasa a ser un lugar en nuestros corazones. Jesús cambia el rumbo de la historia y altera la residencia de la presencia del Dios en quien confiamos. Dios ya no habita en templos hechos por hombres, sino que nos brinda el privilegio del asilo y protección independientemente del lugar físico.

Nuestra actitud de alabanza y adoración no debería depender del lugar en donde nos encontramos. Debemos buscar la presencia de Dios y entonar alabanzas en el lugar en donde estemos, ya sea en nuestro hogar, en el camino al trabajo, en el hospital o de vacaciones. Debemos ser intencionales a la hora de alabar a Dios. Ser sacrificios vivos en donde sea que nos toque estar.

Deseo que hoy y todos los días podamos tener el mismo anhelo ferviente por la presencia de Dios que tuvo el salmista. Nosotros, a diferencia de David, contamos con una ventaja: tenemos a nuestro alcance la presencia de Dios a través de Jesús, independiente del lugar físico. Dios se hace hombre y manifiesta su eterno amor para con nosotros en forma de regalo inmerecido. Él nos oculta en su presencia y nos pone sobre una roca. La presencia de Dios en nuestras vidas hace que podamos vivir confiados y con la cabeza en alto, sabiendo que Él cuida de nosotros y nos protege de nuestros enemigos. En Él siempre está la victoria.

La vida de David estuvo llena de celebración y gratitud por todo lo que Dios había hecho. Cantaba alabanzas a quien lo bendecía con Su presencia y lo rescataba de todos sus enemigos. Pidamos a Dios que nos ayude a comprender que en esta vida nuestro único deseo debe ser contar con el favor de Dios y con su cuidado. Eso es más que suficiente.

Que luego de que Dios nos rescate de nuestros enemigos y nos conceda la victoria podamos brindarle alabanzas y que nuestras vidas sean sacrificios vivos, santos y agradables al Dios que nos protege.