Rey De CorazonesSample
La Biblia no habla mucho acerca del contexto familiar de Saúl, pero podemos hacernos una idea a partir de algunos detalles que sí fueron registrados. Saúl pertenecía a la tribu más pequeña de Israel, Benjamín. Su padre, Cis, es descrito como un hombre valeroso. Este adjetivo puede entenderse atribuido a sus riquezas o también a sus hazañas. Se muestra una familia bien situada y respetada de Gabaa.
Según la historia, Saúl era agricultor, por lo que podemos asumir que también Cis, dado que los hijos aprendían la profesión de sus padres. El texto en que leemos acerca de las asnas perdidas de Cis que Saúl salió a buscar, nos describe también la honra de un hijo a su padre, y su actitud de obediencia en todo lo que Samuel le ordena que haga después de conocerse personalmente. El hecho de que Saúl no conociera a Samuel, ni hubiera oído hablar de él, puede atribuirse, con bastante seguridad, al hecho que Saúl era un hombre ocupado en las tareas rurales, aislado. Saúl estaba casado con Ahinoam, hija de Ahimaas cuando fue ungido como rey. Y sus hijos fueron: Jonatán, Isúi, Malquisúa. Y sus hijas: Merab y Mical. Abner, su tío, sería el general de su ejército. Por lo tanto, Saúl ya había formado su propia familia en el momento de ascender al trono de Israel, era padre de familia, acostumbrado a la vida de campo, tenía siervos (al menos uno) y cierta madurez.
Aunque Saúl procedía de una tribu israelita, probablemente y según lo que nos cuenta la historia, no conocía al profeta Samuel, y no fue consciente de que había sido escogido hasta después de haber sido ungido. Incluso se preguntó en cierto momento, quién era él para ser escogido como rey de la nación. Las circunstancias en las que Saúl y Samuel se conocieron pudieran parecer coincidencia, pero leyendo la historia y lo que Jehová le reveló previamente al profeta, nada más lejos de la realidad.
Vemos, por lo tanto, una actitud humilde frente a una responsabilidad y un privilegio inmenso. No solo suponía gobernar una nación, sino que hacerlo como rey implicaba también un cargo militar, civil y de representación del pueblo delante de Dios. Todo lo que Saúl hiciera o decidiera con respecto a la nación debía tener la aprobación divina, el designio del que en realidad gobernaba Israel. Saúl debería rendir cuentas a Dios en todo momento.
Podemos entender que tan impresionante cargo requería de un corazón humilde, y Saúl, al menos en el momento de ser escogido, lo tenía. La llegada al trono de Israel no era como la de cualquier otro pueblo, sino que presuponía la elección divina de un hombre. Por lo tanto, quien fuera rey en ese primer momento y a partir de entonces, debía serlo por la gracia de Dios. Esto dista de otras tradiciones monárquicas en las cuales el trono se hereda. Incluso si el rey que procedía a otro monarca era su propio hijo, debía ser decisión primera y absoluta de Dios. Ese fue el orden establecido por Dios. Esta idea sobre la elección divina era común también en todo el antiguo Oriente, llegando a equiparar, en algunos lugares, a sus reyes como dioses. Por ejemplo, en Egipto, el Faraón era considerado una deidad y comúnmente llamado hijo de Ra (el dios del Sol).
Como Saúl, nosotros, podemos tener toda nuestra vida perfectamente planificada, pero entonces, viene Dios, y nos cambia todo lo que habíamos planeado. Eso no significa que Él no quiera que tomemos decisiones. Es más, nos dota de voluntad propia para hacerlo. Pero a menudo, hacemos planes, y luego se los contamos a Dios, cuando lo que Él desea es estar presente también en nuestra planificación. Porque nos conoce, y conoce lo mejor para nosotros, pero también porque Él ve nuestro potencial, lo que podemos llegar a ser en Él. Nuestro corazón nos engaña fácilmente, pero Dios siempre apunta a lo más alto, no para alimentar nuestro ego, sino para alcanzar a otros, aun a pesar de nuestras debilidades y carencias. Lo que para nosotros es imposible, con Dios, se hace posible.
About this Plan
La instauración de la monarquía en Israel llegó en un momento crítico para el pueblo escogido por Dios. A través de este devocional podrás conocer las circunstancias en las cuales Dios escogió un hombre como rey para gobernar y guiar a su pueblo. También podrás observar, a través de Saúl, David y Salomón, cómo el gobierno de un pueblo, nunca prosperará verdaderamente si no es de la mano de Dios.
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