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Una Perspectiva Bíblica De La Vida Y La Muerte

DAY 8 OF 9

Estar espiritualmente vivo significa estar muerto al pecado.

"Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2:20, NBLA).

Cuando llegas a la fe, recibes vida eterna. Jesucristo viene a habitar en ti con su Espíritu Santo y renueva tu corazón. Esto significa que ya no hay lugar para el pecado y los malos deseos. La Biblia se refiere a ellos como "los deseos lujuriosos de la carne" o "nuestra vieja naturaleza" que deben ser vencidos. Todo ese pecado debe ser puesto a muerte para hacer espacio a una nueva vida dedicada a la gloria de Dios. Pablo resume esto diciendo: "Así que también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6:11, NBLA). Muerte y vida. Morir y ser renovados. Estos son dos aspectos de la conversión que son necesarios. Estas palabras muestran lo radical que debemos cambiar para recibir la vida eterna con el Señor Dios. Un pequeño mejoramiento aquí y allá no es suficiente. Cuando Dios viene a habitar en nuestro corazón, toda oscuridad debe desaparecer por completo.

A los creyentes se les llama repetidamente a romper con los pecados en los que solían vivir. Pero no tienen que hacerlo por sus propias fuerzas. Este proceso ocurre "por el Espíritu" (Romanos 8:13).

¿Estás dispuesto a permitir que el Espíritu Santo obre en tu corazón, incluso si eso significa que tus deseos o hábitos cambien?

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