Abraza tus promesasSample
¿Cómo conocer y saber cuáles son las promesas de Dios para mí?
Una mujer que se ha conectado con mi contenido en las redes sociales me hizo esta pregunta y me pareció muy interesante, pues hablamos de esperar las promesas y de no dudar de estas, pero ¿cómo conocer y saber cuáles son las promesas de Dios para nuestras vidas? Y mejor aún, ¿cómo ejercitarnos para andar en nuestras promesas?
Aquí van tres principios que he aplicado a lo largo de mi vida y que sigo usando para afirmar las promesas de Dios en mí y abrazarlas:
1. Abraza y aplica a tu vida promesas que nos han sido dadas de manera general, que no tienen un destinatario específico, pero tú puedes hacerlas tuyas. Por ejemplo, en Mateo 11:28, la Biblia dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (NTV). En este pasaje, se le habla a los CANSADOS y FATIGADOS. Te pregunto: ¿alguna has sentido cansancio o agotamiento y hasta has dicho, “no doy más”? Pues te tengo una noticia: no tienes que esperar a que Dios te diga por nombre propio que te dará descanso de las cargas, sino que tú puedes hacer tuya la promesa de que Él nos dará descanso, si vamos a Él. Por ningún lado viste tu nombre, ¿cierto? Y, muy seguramente, si yo preguntara hoy a diferentes personas si están cansadas y fatigadas, me dirían que sí, pero si les preguntara cuál es la fuente de su cansancio y fatiga, es muy probable que la fuente o causa sea muy diferente. Pero, sin importar la fuente de ese cansancio, todos podemos recibir descanso si vamos a Dios.
Parece obvio, ¿cierto? Sin embargo, ¿cuántas veces nos hemos sentido fatigados, cansados y hasta nos hemos rendido, sin recibir el descanso que viene de Dios?
Nuestra tarea es decidir si tomamos esas promesas y las hacemos nuestras o no. Cuando comenzamos a apropiarnos de ellas, o abrazarlas, comenzamos a desatar verdades que son aplicables a nuestra vida de manera específica.
2. Abraza y camina en las promesas que Dios te ha dado de manera específica, mientras lees la Biblia y meditas en ella. En la Biblia, encontramos palabras que, en su momento, han sido dadas a hombres y mujeres de manera específica. Sin embargo, mientras leemos estas promesas, en ciertos momentos de nuestras vidas, de acuerdo con nuestras circunstancias, sentimos que Dios está hablando directamente a nuestras vidas y a situaciones específicas por las que estamos atravesando. ¿Te ha pasado?
Por ejemplo, en Deuteronomio 31:6, Moisés le habla a Josué, quien lideraría al pueblo de Israel, como su sucesor. Allí le dijo: “¡Así que sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni sientas pánico frente a ellos, porque el Señor tu Dios, él mismo irá delante de ti. No te fallará ni te abandonará” (NTV). Aun cuando esta palabra fue dada a Josué por Moisés, hubo un momento en mi vida cuando sentí que Dios me la estaba entregando a mí. Esto sucedió un día, luego de la muerte de mi esposo. Las cuentas médicas con las que quedé, luego de su partida, ascendían a los 300 mil dólares, y él, quien había liderado nuestro hogar, no estaba conmigo; y yo me sentía abandonada y sin fuerzas para negociar y disputar algunos de esos cobros que parecían fuera de lugar. Recuerdo que mi mamá, quien estaba conmigo en esos días, estaba a punto de regresar a Colombia (mi país natal) y me regaló una tarjeta anticipada de cumpleaños. Allí estaba esta palabra de Deuteronomio 31:6, y cuando la leí, sentí que, aunque no había sido dada a mí originalmente, sino a Josué, ahora Dios me la estaba dando. Bastó que yo tomara esa Palabra y la creyera o la abrazara para ver un milagro poderoso en acción. Enfrenté las compañías de seguros y el hospital y, lejos del pánico que sentía de enfrentarlos, una fortaleza sobrenatural vino a mi vida. Sentí la compañía y respaldo de Dios de manera indescriptible, y en un abrir y cerrar de ojos, de 300 mil dólares, mis cuentas se redujeron a menos de diez mil dólares. Sin duda alguna, Dios mismo fue delante de mí; no me falló y no me abandonó, como me lo prometió en Su Palabra.
3. Recibe y comprende las promesas que han sido dadas a ti por Dios, a través de otras personas. Dios puede utilizar a otras personas para darnos palabras alineadas con las promesas de Dios a nuestras vidas. Sin embargo, esas palabras deberán estar siempre respaldadas por Su Palabra y por lo que nos haya hablado a nosotros directamente. Dios nunca enviará un emisario para darnos una Palabra contraria a Su Palabra. ¿Recuerdas los vestiditos que recibí para mis bebés? Estos llegaron a mí luego de que Dios había hablado directamente a mi corazón y había confirmado, en Su Palabra, Su promesa para mí. Ahora, cuando recibes una promesa a través de alguien, quiero recordarte que el cumplimiento de esta no depende de la persona que Dios usó para dártela, sino de Dios quien usó a esa persona para entregarla.
Si has llegado hasta el final de esta serie, te felicito por darte esta oportunidad. Hoy oro por tu vida para que sigas creciendo en conocer a Jesús y confiar tu vida a Él con la certeza de que lo que te prometió lo cumplirá en el tiempo perfecto para ti. Equípate mientras esperas para que cuando tu promesa se cumpla, hayas ganado mucho más de los que esperabas recibir para Su gloria.
Oración:
Jesús, quiero abrazar cada día las promesas que Dios te ha entregado, fijando mis ojos en ti, en quien y a través de quien todas las promesas sobre mi vida ya se cumplieron. Amén.
Este contenido ha sido extraído del libro «Me cambiaron el libreto» de Sandra Prieto, publicado por Editorial CLC y distribuido por Editorial Unilit. Para más información, visita: https://www.editorialunilit.com/me-cambiaron-el-libreto.
Scripture
About this Plan
Esta serie está enfocada en animarte a reavivar las promesas que Dios te ha entregado y, en el proceso, crecer en tu confianza y dependencia en Él. Te permitirá recordar las promesas, reflexionar sobre los aprendizajes que has tenido en el proceso mientras esperas o avanzas al cumplimiento de estas; pero, sobre todo, fortalecer tu fe, y crecer en dependencia de Dios, para esperar su cumplimiento.
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