Abraza tus promesasSample
¿Hay promesas contrarias a lo que estás viviendo o a tus posibilidades?
Comencemos por definir qué es una promesa. De acuerdo con el diccionario de la lengua española (2023), una promesa es la expresión de la voluntad de dar algo a alguien, o hacer algo por alguien. Esta definición involucra a dos personas: quien da la promesa y quien la recibe. La que da la promesa lo hace porque le place, por su voluntad; y quien la recibe tiene que creer, o confiar en que la otra persona le dará lo que le prometió. Una promesa involucra una relación donde es muy importante que quien recibe la promesa conozca a quien le ha dado la promesa, pues solo así podrá confiar en que esta cumplirá lo que prometió.
Ahora, cuando pienso en tantas promesas que Dios nos ha dado, me emociono, pues, al ser Dios mismo quien nos las ha entregado, nos da la garantía de que estas se cumplirán a través de Cristo Jesús. Sin embargo, a nosotros nos corresponde confiar en que Él cumplirá lo que nos prometió; y la única manera de aumentar nuestra confianza en Jesús es a través del crecimiento de nuestra relación con Él.
¿Has recibido alguna promesa?
Cuando yo tenía 20 años, mientras me encontraba en un tiempo de oración, sentí en mi corazón de una manera muy fuerte que Dios me daría hijos y que estos nacerían de mi vientre. Fue una hermosa promesa que no entendí por qué me la estaba dando en ese tiempo, pues aún no estaba pensando en casarme y, mucho menos, en tener hijos; sin embargo, la recibí.
Años después, llegó a mi vida un hombre maravilloso que supe que era el hombre de Dios para mí, pero él no podía tener hijos. Antes de casarnos, comencé a inquietarme y entristecerme, pues recordé la promesa que Dios me había dado de que sería mamá y que mis hijos nacerían de mi vientre; así que yo pensaba que al casarme con un hombre estéril, ya no se cumpliría esa promesa. En medio de mi angustia, fui a Dios y le pregunté: "¿Cómo voy a tener hijos que van a nacer de mi vientre, si me voy a casar con un hombre que es estéril?". Durante mi tiempo con Él, pude entender que Su promesa seguía en pie, y no estaba condicionada por la esterilidad de mi futuro esposo; se haría realidad porque Él me había dado Su palabra, y punto. Ese día recordé el versículo en Números 23:19: "Dios no es un hombre; por lo tanto, no miente. Él no es humano; por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?" (NTV). Le dije a Jesús: "No sé cómo, ni cuándo, pero sé que un día seré mamá y mis hijos nacerán de mi vientre".
¿Sabes? Luego de que di el paso de casarme, pasaron ocho años y medio para ver el inicio del cumplimiento de la promesa de ser mamá. Un día del mes de octubre del 2005, recibí la hermosa noticia de que estaba embarazada de dos bebés. Humanamente hablando, no había posibilidades de tener hijos con el hombre que Dios había traído a mi vida, pero Dios cumplió lo que había prometido, pues le plació darme hijos y por partida doble. Él lo dijo y Él lo hizo.
Quiero animarte a que vuelvas a traer a tu mente y tu corazón las promesas que Dios te ha entregado, recordando que estas no dependen de ti, sino de Dios, quien te las dio y las cumplirá.
Por eso, hoy:
- Escribe las promesas que has recibido de Dios y que aún están sin cumplirse.
- Toma un momento para darle las gracias a Dios por haberte dado esas promesas. Cuando lo hagas, dile: "Te doy gracias porque, en Cristo Jesús, esas promesas ya se cumplieron. Tú no mientes, no cambias de parecer, porque tú actúas cuando has dicho que harás algo y cumples lo que has prometido".
Oración:
Jesús, pongo toda mi confianza en ti y en la certeza de que tú sabes cómo y cuándo se cumplirán mis promesas; en ti esperaré. Amén.
Scripture
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Esta serie está enfocada en animarte a reavivar las promesas que Dios te ha entregado y, en el proceso, crecer en tu confianza y dependencia en Él. Te permitirá recordar las promesas, reflexionar sobre los aprendizajes que has tenido en el proceso mientras esperas o avanzas al cumplimiento de estas; pero, sobre todo, fortalecer tu fe, y crecer en dependencia de Dios, para esperar su cumplimiento.
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