40 Días de AdoraciónSample
¿Alguna vez has caminado descalzo por la casa y has pisado un juguete o un charco de agua, y has deseado tener zapatos puestos? Los zapatos tienen dos propósitos principales: protegen tus pies y te ayudan a avanzar.
Al considerar la sencilla oración “Jesús, dame tu paz”, recuerda que Efesios 6:15 nos dice que Dios nos equipa con los zapatos de la paz. En el contexto, Pablo comparaba diversas piezas de la armadura romana con las armas que Dios nos ha dado para luchar la buena batalla de la fe. Cuando se trataba del calzado, lo usó como una metáfora para la paz. Eso me resulta fascinante.
Los soldados no tenían calzado por comodidad o estilo. Sus zapatos eran esenciales para protección y progreso. Imagina tratar de navegar por un terreno difícil descalzo. Sería imposible. Los zapatos eran indispensables para la capacidad del soldado romano de dar el siguiente paso. De manera similar, somos agentes del reino de Dios, y la paz de Dios es crucial para nuestro avance.
Estos zapatos tenían clavos en las suelas y también servían como un arma. A corta distancia, el soldado romano podía golpear a un adversario, derribarlo y pisotearlo. Aunque esta imagen puede ser gráfica, la Biblia nos instruye a poner al enemigo bajo nuestros pies. La paz de Dios es una fuerza conquistadora, producida en nosotros mediante el poder de su Espíritu Santo.
Estos zapatos estaban firmemente atados a los pies del soldado, al igual que la paz de Dios está firmemente unida a nuestros corazones. A medida que avanzamos en el reino de Dios, Él nos protege. Su paz no es solo pasiva; es activa. Nos permite prosperar ante la adversidad y seguir avanzando en los propósitos de Dios para nuestras vidas.
No veas la paz solo como un bonito accesorio en tu vida. Mírala como una parte indispensable de tu progreso, una protección para tu alma y un instrumento para avanzar las buenas noticias. La paz que recibes al rendir tu voluntad a la voluntad de Dios es más que una sensación de bienestar. Es una fuerza poderosa que impulsa el avance del Reino de Dios. Es la paz única que Dios te concede: su paz, no la paz que ofrece el mundo.
Así como no saldrías sin ponerte tus zapatos, no abandones tu tiempo de oración sin ponerte la paz de Dios. Intencionadamente vuelve a sumergirte en su presencia, entrega tu voluntad a la suya y permite que el Espíritu Santo refresque tu alma con Su paz.
Preguntas para Reflexionar
- ¿Cómo es diferente la paz de Dios de la paz que ofrece el mundo?
- ¿En qué formas podemos ver que la paz de Dios es una fuerza activa, más que simplemente una sensación de calma?
- ¿Cómo se ve para ti, en un sentido práctico, ponerse los “zapatos de la paz”?
About this Plan
Bienvenido a la Experiencia de Adoración de 40 Días, un viaje personal y transformador en la presencia de Dios. Te animo a que encuentres un espacio tranquilo para estar a solas con el Señor durante quince minutos cada mañana. La adoración comienza entregando nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Es en esos momentos íntimos en Su presencia que recibimos Su amor.
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