Contemplando a JesúsSample
Ojos que ven, corazón que arde.
Este final lo escribo con lágrimas en los ojos. No hay manera de ver a Jesús, ver su hermosura, ver su gloria sin caer rendidos ante Él, seducidos por Él. Yo oro para que al final de este plan de 5 días tu corazón se encienda como una llama que nada pueda apagar.
Ver al amado no se trata sólo de sentir bonito, debe haber un anhelo real, un hambre insaciable de Èl, una sed que ningún agua pueda calmar. Mientras más contemplemos a la persona de Cristo Jesús, más seremos como Él hasta el día en que regrese.
Unos ojos que observan a Jesús no deja el corazón frío. Es imposible que tú y yo veamos a Jesús, sintamos "cosas bonitas" pero nada cambie. Un corazón que arde no se apagará porque siempre tendrá combustible suficiente porque Jesús nunca se acabará.
De esto habla Levítico 6, de un fuego que no se apagaría porque está sobre el altar, mientras haya que sacrificar, el altar siempre estará encendido. Mientras más quieras sacrificarte a ti, siempre habrá llamas. Ojos que ven, corazón que arde. Mientras haya un sacerdote el altar no dejará de arder.
Tu eres un sacerdote con responsabilidades, pero Cristo Jesús es el sumo sacerdote. Deja que se encargue de cuidar el altar día y noche y encárgate de tener algo que arda sobre él. Eso es tu corazón, ojos que ven, corazón que arde.
Por último, contemplar a Jesús va más allá de sólo una actividad de unas horas, de un servicio dominical o de una lectura que hagas como lo es este plan. Contemplar a Jesús tiene que ver con que tú y yo amemos lo que Él ama, que veamos lo que ve y que hablemos lo que habla. Entre más contemplamos su hermosura más nos enamoramos de su plan divino para la tierra.
Te invito a que seamos el reflejo suyo, porque entre más lo observamos más nos parecemos a Él. Contempla su rostro y andéntrate en su templo. Disfruta del amado porque Él disfruta estar contigo.
About this Plan
En este plan hablaremos de lo increíble que es asombrarte por la majestad de nuestro Señor. David tenia un corazón conforme al de Dios, y él sólo pedía una cosa: estar todos los días de su vida con Dios, en su casa y poder contemplar su hermosura. ¿Recuerdas cuándo fue la última vez que contemplaste a Jesús?
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