Considerar y aplicar

«Y cuando Él venga convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (16:8).

El trabajo de convencer al mundo de su condición pecaminosa no le pertenece a ningún ser humano. Es del Espíritu Santo. La tercera Persona de la Trinidad se encarga de instar, molestar e insistir en el corazón del hombre hasta que este no pueda soportar más el peso de su pecado. En este momento puede ceder a la presión del Espíritu Santo y entregar su vida a Cristo, o puede rebelarse abiertamente contra el Espíritu.

Si se rebela, llegará el momento en que el Espíritu de Dios dejará de trabajar en el corazón, quedando el hombre en la horrible condición de ser abandonado por Dios.

Si el Espíritu Santo te está dejando ver la verdad, ¡no la rechaces!