Felicidad Y BienestarSample
La ciudad de Jerusalén es representada como la novia de Cristo (Apocalipsis 21:9b). Esto ejemplifica una relación de amor. Por el contrario, Babilonia es representada como una prostituta, y el ejemplo que se utiliza es el de la compra y la venta. En la nueva Jerusalén, Dios y Jesús se entregan por el bienestar de la ciudad (Ap. 21:3-4), de modo que la ciudad brilla como una novia (Ap. 21:9b-11).
Nuestra vida comercial puede compararse con estos dos tipos de relaciones. Con demasiada frecuencia seguimos pensando en términos de compra y venta, mientras que Dios quiere que pensemos en términos de amor y servidumbre. Mi propia experiencia muestra que la vida se vuelve más hermosa y más rica en cuanto se empieza a hacer negocios desde una motivación de amor y servidumbre.
En lugar de pensar "¿Cómo puedo ganar dinero con este cliente? ¿Cómo puedo convencerle de que compre mis productos o servicios? ¿Cómo puedo convertirlo en un cliente mío?", empieza a pensar "¿Qué necesita este cliente? ¿Cómo puedo servirle y satisfacer sus deseos o necesidades? ¿Cómo puedo ayudarle a crecer y prosperar?" Cada una de las dos líneas de preguntas representa un modelo de ingresos para nuestra empresa.
La respuesta a estos dos tipos diferentes de preguntas puede incluso conducir al mismo producto o al mismo servicio. Sin embargo, los empresarios que se plantean la primera serie de preguntas encontrarán satisfacción personal en el beneficio que estos obtienen; mientras que los empresarios que se plantean la segunda serie de preguntas encontrarán satisfacción en el servicio que se presta y en cómo lo valora el cliente.
Mi propia experiencia es que los intereses del cliente pasan a un segundo plano en cuanto el foco de atención se desplaza hacia la maximización del beneficio propio. Esto suele ejercer presión sobre el bienestar y los intereses del cliente.
Además, se tiende a hacer concesiones en materia de producto y servicio, siempre que el cliente lo acepte y no se queje. Si nos encontramos en este camino, avanzamos lentamente hacia un modelo de negocio inferior o subóptimo, con un servicio que ya no está a la altura de los estándares aceptables, y la calidad de vida se deteriora.
La forma de pensar de Jerusalén es totalmente diferente, ya que el bienestar de los clientes es el centro de las actividades empresariales. La fuente sostenible y honesta de esta forma de pensar es el amor. Aquí, el amor no es un truco comercial o una transacción, sino un deseo sincero que vive en el corazón del empresario y en su motivación interior.
El amor como fuente de nuestras actividades empresariales quiere expresarse, independientemente de la situación y/o del rendimiento financiero. Así, el rendimiento financiero necesario para hacer negocios se ha convertido en un medio y un resultado, en lugar de un objetivo en sí mismo.
Dios es la fuente de este amor y su deseo es compartirlo con nosotros (1 Juan 4:7-12). El amor nos confiere una calidad de vida y de espíritu empresarial que, para mí, supera lo material.
Pregunta del día:
¿Dónde ves el amor en tu forma de hacer negocios?
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¿Cómo podemos contribuir, como empresarios, a la felicidad y el bienestar de todos los que participan en nuestra empresa? ¿Dónde encontramos nuestra propia felicidad y satisfacción?
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