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Despierta a La Voluntad De Dios Para Tu VidaSample

Despierta a La Voluntad De Dios Para Tu Vida

DAY 5 OF 8

Descubrir la voluntad de Dios en el valle del quebranto  

Hace años atrás, tuve una visión en la que veía una presa. En un lado había un río poderoso, pero en el otro lado había tierra seca y resquebrajada. Entendí que el río representaba la gloria de Dios y la tierra seca representaba el mundo. Supe intuitivamente que el río debía inundar la tierra seca, como dice la Escritura: “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14). Pero la poderosa pared de la presa parecía impenetrable. De repente, vi algo más. Diminutas grietas comenzaron a formarse en la pared, y unos hilos de agua afilados como cuchillas comenzaron a brotar a través de esos lugares rotos. Enseguida comenzaron a desprenderse de la pared pedazos cada vez más grandes, hasta que el agua empezó a brotar por todas partes. De repente, en un momento, todo el muro fue derrumbado y el río inundó la tierra seca, sin dejar lugar alguno sin tocar.

Supe instintivamente que esas grietas en la pared representaban hombres y mujeres “quebrados”. Son los que han rendido a Dios sus vidas, orando como Jesús: “que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. De repente, supe cómo cubriría la gloria del Señor toda la tierra como las aguas cubren el mar. De hecho, a través de estas personas es como, incluso ahora, el reino de Dios está invadiendo el mundo caído. La gloria eterna de Dios penetrará el mundo natural a través de hombres y mujeres quebrantados. Y, cuando el reino de Dios entre en contacto con el mundo caído, comenzaremos a ver efectos celestiales: los enfermos serán sanados, los muertos resucitarán, las ataduras se romperán, y comenzará lo sobrenatural. 

Eso es exactamente lo que Jesús demostró cuando estuvo en la tierra. “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya” no fue solo una oración que hizo Jesús una vez antes de su crucifixión. Esta era la postura invariable de su corazón. Él siempre estuvo viviendo y caminando en perfecta sumisión a la voluntad de Dios. A cada lugar donde iba Jesús, enseñaba sobre el reino; pero no solo habló de él, ¡también lo demostró!

En primer lugar, el reino de Dios estaba en su interior porque Él estaba perfectamente sometido a la voluntad de su Padre; por consiguiente, el reino era manifestado dondequiera Él que iba: los enfermos eran sanados, los muertos resucitaban, y los demonios huían. “Que se haga tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” no fue un deseo que Jesús tenía de una utopía imaginaria. Jesús cumplió su propia oración y nos mostró cómo será respondida. A través de Jesús, la voluntad de Dios se estaba cumpliendo en la tierra como en el cielo. Y esto es lo que Dios desea hacer también a través de nuestras vidas. Pero todo comienza cuando llegamos a un punto en el que nuestra voluntad queda sometida a la de Dios: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Es en este lugar de sumisión donde descubrimos y cumplimos la voluntad de Dios para nuestra vida. El término griego “buscar” es una palabra de acción. Es algo continuo. Es importante entender esto, porque descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida no es simplemente un destino a alcanzar, ¡sino una postura del corazón! No es simplemente cuestión de escoger la carrera correcta o casarse con el cónyuge correcto. Es una postura continua de sumisión a la voluntad de Dios por encima de la nuestra. Es una oración de por vida: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Mientras vivamos, debemos continuar siguiendo y obedeciendo. Descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida es algo que sucede cada día al buscar constantemente y fielmente conocer y hacer su voluntad.

A medida que avanzamos en el viaje de descubrir la voluntad de Dios, el camino estrecho pasa por un valle oscuro en el que Dios prueba nuestro corazón y nos quiebra. El proceso de quebranto es incómodo, pero es muy importante que lo soportemos si queremos ver la voluntad de Dios cumplida en nuestra vida. El valle del quebranto es donde aprendemos a decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Este quebranto, aunque es doloroso, libera un poder increíble y hace que seamos útiles para Dios. 

Pablo, hablando sobre el poder de Dios, dice en 2 Corintios 4:7: “Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros” (NVI). Antes de que el gran poder que hay en nuestro interior pueda ser liberado, debemos ser quebrados como las vasijas de arcilla de Gedeón.

 Cuando somos vasijas de barro quebradas, entonces brilla el poder de Dios, y toda la gloria es para Él. Por eso dice Pablo: “En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos. Dios escogió lo despreciado por el mundo—lo que se considera como nada—y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante. Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios… como dicen las Escrituras: ‘Si alguien quiere jactarse, que se jacte solamente del Señor’” (1 Corintios 1:27-29, 31, NTV). A Dios le encanta usar vasijas quebradas, ¡porque a través de ellas Él recibe la mayor gloria!

En la Última Cena, Jesús tomó el pan de la comunión y dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido” (1 Corintios 11:24). Este quebranto del que Él hablaba era la crucifixión que pronto sufriría. Ese quebranto desataría el mayor poder que el mundo ha conocido nunca. El apóstol Pablo dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Cuando somos crucificados con Cristo, esta muerte al yo es un quebranto que permite que la vida de Cristo fluya de nosotros. Una persona quebrantada es una persona que está crucificada con Cristo. Es en este tipo de persona en quien la voluntad de Dios se hace y en la que el reino de Dios se presenta y fluye al mundo que le rodea.


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Despierta a La Voluntad De Dios Para Tu Vida

El Señor tiene un plan maestro para nuestra vida, y es un plan bueno, mucho más abundante de lo que podamos pedir o entender. Por lo tanto, con esta confianza podemos comenzar nuestro viaje mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, sabiendo que Aquel que comenzó la buena obra en nosotros la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

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