Eclesiastés: La aventura de una vidaSample

Estar contento

En el segundo capítulo de Eclesiastés, Salomón prueba todo tipo de placeres y logros para alimentar su compulsión por entender, para estar satisfecho y concluye que todo es humo.

Después, al avanzar ocho capítulos, él recomienda que disfrutemos de la vida. ¿Qué cambió? Nada. Salomón simplemente descubrió que una perspectiva adecuada trae color a un mundo sin color. La fe hace que las cosas insignificantes tengan significado. Nos invita a una realidad más profunda de lo que pasa en el mundo. La comida no es el ídolo que tratamos de hacer de ella; tampoco es la fuente del significado eterno ni el centro de nuestra existencia. Es un regalo, una oportunidad de dar un vistazo a la bondad de Dios.

A menudo pensamos que la piedad y la perspectiva adecuada son incompatibles con el placer y la satisfacción. Que debemos vivir tristes y sombríos al ser «espirituales» (la misma reputación que Eclesiastés erróneamente tiene). Sin embargo, Dios nos exhorta en la dirección opuesta. Este versículo dice que debemos disfrutar de la vida. Es cierto que las cosas que el mundo ofrece como placenteras, no cumplen su propósito. El verdadero gozo no se encuentra al perseguir circunstancias particulares o al intoxicarse con placeres, tampoco al satisfacer cualquier deseo concebible. Por otro lado, el verdadero gozo está arraigado en una perspectiva que visualiza las cosas como son. Incluso cosas simples como comer y beber son causa de celebración.

Resulta que las cosas «pequeñas» son realmente grandes. Adoptar una perspectiva adecuada es lo mejor para nosotros. Es lo que desbloquea o libera la verdadera paz y gozo.

Dios quiere lo mejor para nosotros. Él quiere lo que verdaderamente trae la paz y el gozo que deseamos. Él no aprueba nuestras maneras inmaduras e incorrectas de tratar de conseguir gozo y paz. Dios nos llama a la verdad y a la realidad, pues es ahí donde se encuentra el tesoro real del gozo. Y el mayor gozo de todos se encuentra al darle el honor a Dios.

Oremos por una nueva perspectiva de vida que puede visualizar las cosas como son y que eso nos permita disfrutar la paz y la alegría que Dios ha planeado para cada uno de nosotros. Digámosle que toda nuestra vida le pertenece y que podamos deleitarnos en Él y en las cosas pequeñas que hacen la vida realmente placentera.