[Grandes Versos] Siete Consejos De Un ApóstolSample
Confía en Dios, no en el dinero
¿Quiénes son los ricos? ¿Esa palabra se aplica a Bill Gates, Warren Buffett y otros que ganan millones de dólares? ¿Es la gente de tu comunidad la que vive en mansiones? ¿Es alguien que gana mucho más dinero que tú?
No hay nada de malo en ser rico, nada en absoluto. Pero hay un peligro. Si eres rico, tu tendencia es poner tu esperanza en tu riqueza. Tu tendencia es confiar en tus activos, tus recursos, tus ingresos, tus inversiones y tu plan de jubilación. Tu tendencia es confiar en tu riqueza, diciendo: «Solo quiero seguridad para mi familia», en lugar de confiar en Dios.
Hay dos problemas observados en 1 Timoteo 6:17 con confianza en la riqueza. En primer lugar, es soberbia. Es altivo poner tu esperanza en la riqueza porque eso significa que no confías en Dios, dependes de Dios o estás desesperado ante Dios. De hecho, solo confías en ti mismo. En efecto, le estás diciendo a Dios: «Puedo hacerlo yo mismo. No te necesito». Eso, amigos míos, es altivez.
En segundo lugar, la riqueza es incierta. No puedes depender de eso. Tienes $100 000 en el mercado de valores y de repente son solo $50 000. ¿Qué pasó con los otros $50 000? Le salieron alas y volaron con el viento. Casas, empleos, ingresos, ahorros y el mercado de valores son todos inciertos. Muchas personas hoy lo saben por experiencia propia.
El problema no es el dinero en sí mismo; el problema es confiar en el dinero. El problema es depender del dinero, el amor al dinero, pensar que el dinero te hará feliz y pensar que durará para siempre. Puedes disfrutar de las cosas que Dios te da, porque él «ricamente nos provee de todo para disfrutar». Es un Dios bueno y generoso. Disfruta sus regalos, pero pon tu esperanza solo en el Dador.
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En este devocional encontrarás la sabiduría de un hombre de Dios que recibió, directamente de Jesucristo, el conocimiento de lo que significa ser su seguidor en diferentes áreas de la vida cotidiana. El cristianismo no debe vivirse dentro de los templos sino en las familias, los lugares de trabajo y las comunidades. Recibamos estos consejos y pongamos en práctica cada uno de ellos para reflejar a Cristo.
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