Íntimos de DiosSample
La intimidad de la casa
David hacía una diferencia entre el templo y la CASA de Dios. Para él era una alegría ir a donde Dios habitaba. En nuestros días no siempre es una fiesta cuando nos dicen: «¡Vamos a la iglesia!» Porque a veces parece que hay tanta liturgia, tanta estructura, que ni parece un ambiente de casa. Pero esa alegría tiene que volver a nuestro entendimiento, principalmente cuando separemos en nuestra mente la diferencia entre templo y hogar.
En un mismo versículo, David habla de habitar en la casa y recrearse en el templo. Él sabía la diferencia, y esto tenemos que aplicarlo en nuestras vidas hoy.
Es importante tener en cuenta que, cuando hablamos de la casa de Dios, estamos hablando de algo espiritual, porque Dios es espíritu (Juan 4:23). Más que un lugar físico, se trata de un ámbito que se genera en medio de la adoración (Salmo 22:3).
El ámbito de casa provee intimidad, espontaneidad, autenticidad. En la casa nos movemos sin protocolos, con familiaridad. Es un ambiente de confianza, donde estamos «sin maquillajes», sin un atuendo externo especial. En la intimidad de la casa somos quienes somos, no hay hipocresía, no hay estructuras formales y rígidas, no hay que fingir una falsa apariencia; somos libres para expresar lo que somos y lo que queremos, y principalmente, para dialogar con el Padre de la casa, sin intermediarios.
Por eso es tan importante, no solo edificar un ambiente, sino habitarlo. Es decir, no es para ir de vez en cuando sino para vivir en él.
Reedificar el tabernáculo de David implica la experiencia de habitar la casa del Señor.
Reflexiona
- ¿Vives una relación de «casa» con Dios?
- ¿Cómo puedes aumentar la familiaridad y espontaneidad en tu relación con Él?
Ora
- Pídele al Señor la voluntad para permanecer en su casa.
- Pide que se te revele la familiaridad de la casa.
- Decide hoy despojarte de toda «careta» y presentarte como eres.
- Toma tiempo para agradecer que Él te ama tal y como eres.
Scripture
About this Plan
Durante diez encuentros veremos cómo convertirnos en íntimos de Dios, en sus amigos, los que caminan a su lado, conocen su corazón y hacen hasta lo imposible por darle lo que está buscando. La adoración de los íntimos es irresistible a los oídos del Amado. Cuando Él escuche ese sonido de pasión traerá el ámbito donde reina para cumplir su promesa: ¡habitar entre nosotros y sanar nuestra tierra!
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