Una perspectiva de gracia sobre el trabajoSample

Valor instrumental 

Tu trabajo diario tiene valor para Dios, para los demás y para ti. Hay dos niveles de valor para el trabajo: el valor instrumental y el valor intrínseco. El Valor Instrumental de nuestro trabajo se define de esta manera: Nuestro trabajo logra otro objetivo más profundo que es instrumental para el valor de la obra. Esto podría incluir la supervivencia, pero también puede incluir la capacidad de apoyar el ministerio o aprovechar las relaciones comerciales para compartir la propia fe.

Si bien estos son resultados importantes del trabajo, el peligro es verlos como el único valor para trabajar y eludir el valor de la obra en sí. Esta perspectiva disminuye el papel de los negocios en la obra del Reino de Dios y la reemplaza con la visión de que una persona sólo puede dejar su huella para Dios en el ministerio «de tiempo completo». Esa perspectiva cree que sólo el ministerio a tiempo completo es la «primera línea» de la obra del Reino de Dios y los negocios cotidianos son un papel de apoyo y no realmente donde está la acción.

Los escritores tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento discrepan vehementemente con este punto de vista. Volviendo al capítulo 1 del Génesis vemos que Dios diseñó su creación para ser dada al hombre para «cuidar su jardín». El hombre iba a ser productivo nombrando a los animales y teniendo dominio sobre ellos y sobre la creación de Dios. Esto fue antes de la caída de Adán. El hombre debía trabajar junto a Dios para cuidar de lo que había traído a la existencia. En Génesis 2 vemos que Eva fue llevada al contexto del trabajo como compañera de Adán.

En Génesis 3, donde vemos las consecuencias del pecado, el trabajo, que no estaba destinado a ser un castigo sino un privilegio, también se vio afectado por el pecado. Sin embargo, el trabajo en sí mantuvo su importancia más allá del valor instrumental. Toda obra válida era sagrada para Dios y estaba destinada a ser un lugar de servicio sagrado para él. Nuestro trabajo nos fue dado por Dios para ser una bendición en colaboración con él para desempeñar un papel en la edificación de su Reino. 

Este es un llamamiento digno de hacerlo bien.