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Sermón del Monte

DAY 6 OF 14

  

Lee: Mateo 5:38–42

Reflexiona:

«No traten de vengarse de quien les hace daño».

Piensa:

La mejor venganza es la no venganza. No hay cosa que desconcierte más a quien nos ha hecho daño, que ser felices, sonreír ante las ofensas y continuar con nuestras vidas sin dejarnos destruir por el odio y el rencor. La venganza es un sentimiento que nos atrae: infinidad de películas, novelas y superhéroes se han creado alrededor de este tema, y aunque pudiera parecer el mejor camino para sanar nuestras heridas, la verdad es que el camino de la venganza únicamente nos lleva por una espiral de autodestrucción que nos roba la vida, porque no nos deja disfrutar de nuestro presente.

Hoy Jesús nos recuerda que no debemos pagar maldad con maldad, sino que, por el contrario, de nosotros debe surgir la caridad y la bondad para terminar con la ola de violencia que puede desencadenarse a raíz de una ofensa.

Entonces ¿debemos dejar que los malvados triunfen? ¿No debemos actuar para detener a quien disfruta del abuso de otros? ¿Jesús nos pide que seamos pasivos ante la injusticia? No, para nada, pero existe una gran diferencia entre la justicia y la venganza. La justicia se basa en actuar de manera objetiva ante una falta, pero sin dejarnos llevar por el enojo. La venganza es un deseo impuro de autosatisfacción que nos hace sentirnos jueces y verdugos, seres perfectos como para poder castigar por nuestra mano a quien creemos que se ha equivocado.

Claro que no es algo sencillo, es necesario tener un profundo conocimiento y control de nuestras emociones para poder ser capaces de actuar con calma y serenidad ante una injusticia. Pero siempre es mejor ser conscientes de que el peso del rencor no es una carga que convenga llevar con nosotros durante nuestra vida, porque nos hace pesado avanzar, realizarnos y ser felices.

Dialoga:

Señor Jesús, dame la gracia de saber actuar siempre como un fiel hijo de Dios, que mi corazón no guarde rencor, sino que por el contrario siempre esté dispuesto a la caridad y el perdón para con quienes me ofenden. Que mis actos siempre sean un reflejo de tu amor para conmigo y con los demás y que a través de mi testimonio otros puedan conocer lo infinito de tu gracia y tu misericordia.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, enséñame a pagar el mal con bondad»

Recalculando:

Hoy te invitamos a hacer un acto de bondad. Tal vez no puedas devolverle con el bien a quien te hizo mal, pero sí puedes hacer el bien. Yo te invito a que encuentres en tu grupo de personas que están cerca, quién de ellos necesita alguna ayuda. Puede ser en sus estudios, puede ser en el trabajo. Lo que hagas bien por alguien, sabiendo que estás devolviendo bien al mundo, te hará sentir un mejor cristiano.