Convertirse en discípulosSample

Mantente conectado 

Como mencioné anteriormente, me encanta la analogía de que Cristo es la vid y sus hijos las ramas. ¿Estás familiarizado con “La gran viña”? Es una antigua vid plantada en 1768 en el Hampton Court Palace, cerca de Londres. Esta gran vid ha existido por un tiempo. Tiene más de 200 años y, curiosamente, solo tiene una raíz. Tiene un tronco de unos 2 pies de ancho (o 60 cm de grosor, debería decir). Algunas de sus ramas tienen 200 pies de largo. ¿Puedes creerlo? Estaba viendo un video de YouTube de esta vid. El cuidador es una mujer increíble que está a cargo de coordinar toda la poda. Ella estaba contando la historia de que la razón por la cual se plantó esta gran vid fue porque el rey quería dar las mejores uvas y vino a sus visitantes. Entonces, decidió plantar esta enorme vid sin imaginar cuánto crecería ni cuánto produciría. Aunque tiene más de 200 años, todavía produce varias toneladas de uvas. Sí, ¡toneladas! Y a pesar de que algunas ramas son pequeñas, y otras son de 200 pies, todas provienen de la misma vid.

Si lo piensas, aquí estamos 2,000 años después, y cuando Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la vid, ustedes son las ramas, estaba diciendo que no solo los discípulos de su tiempo, sino todos somos la extensión de las buenas nuevas. Cuando Jesús nos llama sus ramas, no solo nos dice que podemos ser su extensión, sino que también somos llamados a ser sus discípulos. No importa que tan lejos nos sintamos de la vid, somos la rama, lo que significa que estamos conectados con Él.

Actualmente vivimos en una sociedad que está desviada por la religión. Tienen todas las excusas en el mundo para ir en contra de cualquier fe y, por cierto, algunos de ellos están muy justificados. Pero hay algunas personas que lo usan como una excusa para su relación con Dios. Dirán: «Estoy desconectado de Dios». Otros, han dejado de asistir a la iglesia por completo porque se desconectan. Comienzan a planear cosas más "importantes" los domingos, como deportes o tiempo libre. O algunos saben la importancia de la iglesia pero aún se sienten desconectados de ella, así que simplemente dejan de asistir. Lo que hemos olvidado, es que la desconexión afecta nuestra relación con Cristo. Vamos a permanecer conectados.