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Lo que enfoques, será lo que veas 

En el video clásico del experimento “El Gorila Invisible”, creado por la Universidad de Harvard en 1999, seis personas en camisetas blancas y negras pasan de lado a lado pelotas de básquetbol. Una voz pide al observador que cuente las veces que las personas en camisetas blancas pasan la pelota de básquetbol.

Simple, ¿verdad?

La mitad de las personas que ven el video no ven algo muy, muy obvio – un gorila. Sí, alguien en traje de gorila camina a través de las personas que se pasan las pelotas, de forma muy clara mira fijamente a la cámara, se golpea el pecho y luego sale de escena. La mitad de nosotros estamos tan ocupados contando los pases entre las personas con camisetas blancas que ni siquiera lo notamos. Cuando el video pregunta: “¿viste el gorila?”, pensamos “¡espera! ¿cuál gorila?”

En lo que nos enfocamos cambiará lo que observamos en nuestro entorno. Notaremos más y más aquello en lo que nos enfocamos o, al contrario, menos y menos aquello que no queremos ver.

En las investigaciones para mi libro The Kindness Challenge (El Reto de Bondad), encontré que esta es una de las principales causantes del estrés innecesario en nuestras vidas y una de las maneras dadas por Dios para superarlo. Mientras nos enfocamos en las cosas que nos fastidian o nos enojan, bueno, ya lo adivinaste, con frecuencia nos perdemos completamente de algunas cosas buenas y maravillosas que podrían cambiar la manera en la que nos sentimos. ¡Nos perdemos el gorila! Muy a menudo, cuando estamos preocupados por nuestro matrimonio tambaleante, las frustraciones con un hijo adulto, el desorden de un compañero de cuarto o nuestra colega odiosa, esa cosa negativa se alza imponente ante nuestros ojos. Pensamos en ello, reflexionamos en ello, expresamos nuestra frustración sobre ello. Y ni siquiera vemos las otras cosas espectaculares que están sucediendo a nuestro alrededor.

Sin embargo, mientras nos enfocamos en “todo lo amable” – esas cosas buenas y verdaderas que apreciamos y que nos gustan – encontraremos que notamos esas cosas con más frecuencia. Y al hacerlo, nuestras preocupaciones negativas no se alzarán tan imponentes.

Supongamos que en vez de preguntarle a tu esposo por qué llenó el lavaplatos de esa forma (¡otra vez!), le das un abrazo y le agradeces por ayudar a limpiar la cocina. ¿Qué sucedería con tus sentimientos? ¡Te sentirías mejor! Y mientras buscas la siguiente cosa para elogiar… y la siguiente… encontrarás que ya casi ni tomas en cuenta aquello que te molestaba tanto anteriormente. En cambio, comenzarás a darte cuenta de todo por lo cual estás agradecida.

Es un giro de enfoque que Dios nos pide que hagamos, porque Él sabe que es de gran impacto en nuestras vidas.

Da un giro a tu perspectiva