Las naciones como herencia de CristoMuestra

Las naciones como herencia de Cristo

El amor de Dios hacia las naciones está declarado e implicado en la Biblia entera, desde Génesis hasta Apocalipsis. Su amor se expresa a través de su autoridad y justo juicio sobre las naciones. En Génesis vemos a Abraham, nuestro «Padre de la fe», declarado como el padre de muchas naciones así como de muchos creyentes. En el libro de Apocalipsis, encontramos que el interminable compromiso de Dios con el bienestar para las naciones, continúa hacia la eternidad, con estas poderosas palabras: “Un rio que fluye del trono de Dios y el árbol de la vida para sanar las naciones”. Es un hecho para acá y no para allá, pues las naciones enfermas se encuentran en la tierra y no en el cielo.

Mientras nos mantengamos en la predicación de la Palabra de Dios e insistiendo, en la aplicación de sus principios en todas las áreas de la sociedad, bendeciremos a las naciones. Dios es renuente para usar la tribulación, pobreza y dolor, para hacer que vuelvan sus corazones a Él, pero lo hace cuando la ministración integral de la iglesia para las naciones, prueba ser inefectivo. Nuestra negligencia, contribuye a que el juicio de Dios caiga sobre las naciones. Los ciudadanos del reino, somos enviados para comprometer a todos los hombres en una obediencia de los principios bíblicos en todos los aspectos de la vida; social, económico, y político. 

Encontrando el destino de las naciones

Las naciones así como las personas, tienen propósito y destino, para los cuales Dios las ha creado. El trabajo de la iglesia, como el mayordomo terrenal del Padre y discipulador de sus naciones, no es solamente guiar a los individuos a su destino personal, salvación; sino también guiar a las naciones completas a su destino, redención nacional; por lo tanto, las naciones son el vehículo del plan cósmico de Dios. 

El trabajo de la iglesia, es servir como un doctor a las naciones, diagnosticar sus necesidades de salud al leer sus signos vitales y compararlos en la gráfica de salud o enfermedad que Dios expresa en su Palabra. Si están enfermas, deberíamos saber por qué y qué hacer al respecto.

Cristo está sobre la iglesia, y desde el trono de Dios preside en justicia y rectitud, por ende, la iglesia como su embajador en la tierra, debe legislar y ser la voz profética hacia el mundo. Nuestra responsabilidad como iglesia, es interpretar correctamente la Palabra de Dios a todas las formas de gobierno; nuestro trabajo es mantener esa Palabra en alto hacia todas las otras instituciones, incluyéndose ella misma, como una plomada para la conducta humana.