«Jesús, El Hijo Hecho Hombre»Muestra

«¿De qué se trata la vida?»

El escritor Lee Strobel, relata la historia del Dr. Alexander Zaichenko, quien fuera un prominente economista en la Unión Soviética. Era un ateo, de una familia de ateos, que vivía en un país de ateos. Pero él, comenzó a hacerse la clase de preguntas que mucha gente se hace a sí mismo, mientras crece. «¿De qué se trata la vida? ¿Es acaso esto, de lo que se trata todo?» 

Mientras iba a tientas por respuestas, obtuvo en el mercado negro una Biblia y comenzó a leerla con una mente abierta. Comenzó desde el principio de Mateo y quedó sorprendido de cuán aburrido era. Después de leer la genealogía de Jesús, que comienza con, « Abraham era el padre de Isaac, e Isaac el padre de Jacob, y Jacob el padre de Judá y sus hermanos», y así sucesivamente, él comenzó a pensar, «posiblemente los ateos estén en lo correcto. Posiblemente no hay nada en esto». Pero continuó la lectura y cuando llegó al capítulo 5 de Mateo, donde Jesús da el Sermón del Monte, este intelectual altanero, quien había estudiado todos los clásicos, todos los filósofos, todos los grandes pensadores, finalmente declaró, «me quitó el aliento». 

Cuando Zaichenko leyó las palabras de Jesús en el «Sermón del Monte», se dió cuenta que esas palabras, no eran las palabras de un hombre común, y entonces vino a Cristo. El sermón de la montaña, que comúnmente es considerado el más grandioso discurso en la historia, comienza con una línea simple, «Bienaventurados los pobres de espíritu». No los pobres de recursos o dinero o cuerpo, los pobres de espíritu. 

Los pobres de espíritu son aquellos quienes reconocen cuánto necesitan a Dios. Ellos reconocen que necesitan a Dios desesperadamente. Ellos dependen de Dios. Ellos son espiritualmente pobres, están espiritualmente en banca rota. Pobre en espíritu es lo opuesto a autosuficiente, independiente, y en su propia justicia. 

¿Por qué comenzó Jesús aquí con pobreza espiritual? Quizás porque la raíz del pecado es el orgullo, y la peor forma de orgullo es orgullo espiritual, así que Jesús comienza con la pobreza en espíritu. La primera bienaventuranza se enfoca en reconocer cuán desesperado estás por Dios, cuánto necesitas a Dios, y cuán dependiente de Dios eres.