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Buenas Nuevas de Gran GozoMuestra

Buenas Nuevas de Gran Gozo

DÍA 3 DE 25

El Dios Magnificente de Mar ía

Engrandece mi alma al Señor;
Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada
todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre,
Y su misericordia es de generación en generación
A los que le temen.
Hizo proezas con su brazo;
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes,
Y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia
De la cual habló a nuestros padres,
Para con Abraham y su descendencia para siempre.
—Lucas 1:46–55

María vio con claridad algo impresionante sobre Dios: Él esta-
ba al punto de cambiar el curso de la historia humana. Las tres décadas más importantes estaban al punto de empezar.

Y, ¿dónde estaba Dios? Ocupado con dos mujeres descono- cidas y humildes—una anciana y estéril (Elisabet), y una joven y virginal (María). Y Maria estaba tan conmovida por esta
visión de Dios, el que ama a los humildes, que se puso a cantar— una canción que se ha dado a conocer como “La Magnificencia” (Lucas 1:46–55).

María y Elisabet son heroínas maravillosas según el Evan- gelio de Lucas. El médico admiraba la fe de estas dos mujeres. Parece que la cosa que más le impresionaba, y lo que más quería transmitir a Teófilo, su lector noble, es la bajeza y la humildad alegre de Elisabet y María.

Elisabet dice, ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? (Lucas 1:43). Y María dice, Porque ha mirado la bajeza de su sierva (Lucas 1:48).

Las únicas personas cuyos éspiritus pueden magnificar al Señor de verdad son personas como María y Elisabet—los que reconocen la bajeza de su naturaleza y son abrumadas por la
condescendencia de un Dios magnificente.

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