Desafió la ley del Talión

“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente” (Levítico 24:19-20 y Mateo 5:38).

La respuesta de Jesús fue totalmente novedosa: “Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:39).

Y continuó evangelizando el mundo de las ideas de su tiempo, cuando confrontó un paradigma tan arraigado en el pueblo de Israel: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo” (Mateo 5:43-44). Este mandato no estaba escrito en ninguna parte del Antiguo Testamento, sino que fue promovido por los fariseos y maestros de la Ley, quienes tomaron lo escrito en Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18) interpretando que prójimo era solamente la gente del pueblo de Israel.

Jesús desafió esta idea enseñando que no sólo había que amar al prójimo, sino también al enemigo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen…” (Mateo 5:44-48).

Jesús reemplazó la ley del talión, por la ley del amor hacia los enemigos.

Esto fue francamente revolucionario, Jesús estableció un pensamiento nuevo, no conocido por los suyos, que cambió el paradigma considerado normal y dominante en esa época. Comenzaba a romper las estructuras mentales de los judíos de su época.