El Difícil Acto De Perdonar. (Rompe Las Ataduras De La Ofensa)Muestra

¿Cuándo eras pequeño y te lastimabas, ¿recuerdas cómo una herida sin atender podía infectarse y doler más? Las heridas del corazón funcionan de la misma manera. Muchos creen que sus heridas sanarán solas sin la necesidad de curarlas, esto no es así. Una ofensa no perdonada es como una herida infectada que no recibe el cuidado adecuado.

No esperes a que una herida se sane a sí misma. Solo Dios a través del perdón puede sanar. Aun cuando la herida puede ser profunda, el perdón es el antibiótico que Dios diseñó para sanar el alma. Cuando perdonas, le das permiso a Dios para que entre en esas áreas lastimadas de tu corazón y comience Su obra restauradora. No tienes que cargar con ese dolor para siempre.

Entiendo cuando dices que no puedes perdonar porque no puedes olvidar. Cada vez que el recuerdo regresa, el dolor se siente tan fresco como si acabara de suceder. Pero ¿y si te dijera que es precisamente tu decisión de no perdonar la que mantiene ese recuerdo tan vivo?

Mientras decides no perdonar, es como si eligieras revivir la ofensa cada día. El perdón no borra mágicamente los recuerdos, pero les quita su poder para lastimarte. Es como una herida que finalmente puede comenzar a sanar porque has dejado de rascarla. Cuando perdonas, le das permiso a Dios para comenzar Su obra restauradora en tu corazón.