El Niño Que RegresóMuestra

Piensa en alguien en tu vida que sea verdaderamente humilde. Quizá sea el tipo de persona que no necesita ser el centro de atención, pero que siempre está ahí para ayudar. O tal vez sea alguien con un talento increíble del que nunca presume. O, simplemente, puede ser ese amigo que siempre te ofrecerá la última rebanada de pizza. No importa cómo se exprese; es importante recordar que la humildad no significa ser débil, sino ser lo suficientemente fuerte como para poner a los demás primero. Se trata de usar tus dones y fortalezas para ayudar a los demás y edificarlos.

Jesús nos dio el mayor ejemplo de humildad. Aunque tenía el poder de hacer cualquier cosa, eligió servir a los demás, hasta, finalmente, dar su vida por nosotros. ¡Eso es otro nivel de humildad! Entonces, ¿cómo puedes practicar ese tipo de humildad en tu vida? Quizá significa escuchar con atención a tus amigos cuando hablan, ayudar a un amigo sin esperar nada a cambio o acompañar a alguien que necesita apoyo.

Hoy, desafíate a practicar la humildad y observa cómo impacta a las personas a tu alrededor.