Salmo 18: Dios basta para toda necesidadMuestra

David: una expresión de un amor sublime y apasionado

Desde que fue sacado del redil y ungido como futuro rey de Israel, siendo muy joven, David había vivido unos 20 años más o menos como fugitivo y como un hombre que lo había perdido todo. Perdió su seguridad, su juventud, su familia, su carrera, su patria, sus derechos, su conexión con el pueblo del pacto de Dios, su tranquilidad, sus comodidades y, en ocasiones, incluso perdió su relación cercana con Dios. A pesar de todas las aflicciones y pruebas, se mantuvo fiel y firme en el Señor. Y Dios – en su tiempo – libró a David de sus enemigos y problemas y cumplió la promesa con que fue ungido hecha mucho tiempo atrás a través del profeta Samuel, de ser hecho rey, y la promesa del reinado eterno para sus descendientes, cumplida en el Mesías (Jesús).

Pero David no se amargó contra Dios, ni renegó de Él. En cambio, estaba agradecido de que los años de problemas, pruebas y aflicciones hubieran hecho algo bueno y necesario en su vida y carácter.

En este salmo David hace una mirada retrospectiva de agradecimiento, al recordar de cuantas situaciones Dios le había librado. Es un repaso por su vida, reconociendo la presencia constante de Dios, protegiéndole, cuidándole, librándole, ayudándole, consolándole. Este es un humilde recordatorio de las misericordias eternas de Dios en su vida.

Este salmo comienza con una expresión exuberante: te amo, oh Jehová, que manifiesta un amor muy intenso, completo y tierno, desde la raíz del corazón. Una paráfrasis sería: Te amaré de todo corazón, con mis entrañas.

Esa expresión va acompañada de todo lo que Dios representa para David: Fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio (Salmo 18:1-2).

A través de estas expresiones David reconoce como Dios se ha entregado a su pueblo. Para David, no es que Dios obra salvación y protección, sino que Él mismo es la salvación y protección. De modo que, si le tenemos a Él, esto ya es la salvación y la protección.

David se complacía más en que Dios fuera su fortaleza que en que le diera a él fortaleza; en que Dios fuera su liberador que en ser liberado; en que Dios fuera su escudo, su torre alta, que en recibir el efecto de todos ellos. Lo que le complacía de veras a David era que Dios fuera su salvación, sea temporal o eterna, más que el hecho de que lo salvara. David se complace más en quien es Dios que lo que recibe de Él.

El salmista se expresa en alabanza, gratitud y reconocimiento de la grandeza de Dios, quien lo ha librado de muchos peligros y amenazas en muchas batallas. Esta es una constante a lo largo de muchos salmos: el reconocimiento de la grandeza, majestad y poder de Dios a favor de sus escogidos. Este salmo enfatiza la fidelidad de Dios con los suyos.