Salmo 27: Una Declaración De Confianza Basada en La ExperienciaMuestra

La confianza en el cuidado y protección de Dios proviene de una relación cercana con Él

Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado (Salmo 27:3). ¡Qué confianza refleja esta declaración!

Esta confianza sólo puede provenir de una íntima, cercana y permanente comunión con Dios (vivir permanentemente en la presencia de Dios; tal vida incluía visitas regulares al templo), lo cual se refleja en su declaración: Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo… Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová (Salmo 27:4).

En David había un profundo anhelo por la presencia de Dios. Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Salmo 42:1-2).

David había hecho un hábito, un estilo de vida alrededor de la búsqueda de la comunión y el compañerismo con Dios. Era esa cercanía a Dios la que fortalecía su fe y le inyectaba la fortaleza necesaria para resistir y vencer ante situaciones de peligro y riesgo.

La confianza en Dios es la que vence el temor y la duda. La cercanía a Dios es la que vence toda sensación de desamparo al punto de decir: Aunque mi padre y mi madre me dejaran,con todo, Jehová me recogerá (Salmo 27:10).

Por otra parte, el objetivo de David al buscar a Dios, no es sólo obtener su favor, sino también tener comunión con Él; recrearse en Dios. “…para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo…”. David sabía que había hermosura en la naturaleza y la presencia de Dios, una hermosura que podía ser percibida por el ojo de fe que estaba atento, anhelante, expectante. Pero David no se quería quedar sólo en la contemplación de Dios, él quería más. Y para inquirir en su templo. En la presencia de Dios, David deseaba pasar de la contemplación a la indagación. Quería saber más de Dios y más de sus caminos.

Eso fue lo que David descubrió en su contemplación e indagación en la presencia de Dios: una riqueza exuberante, una dulce comunión, una fuente de paz, un conocimiento del carácter de Dios.

Y es que hay una riqueza en Dios, revelada al corazón atento como el de David. Esta riqueza pasa desapercibida para la mayoría de las personas, pero no para un buscador apasionado como David.

“El carácter de Dios es atractivo y está preparado para inspirarnos amor por él y hacernos, por así decirlo, correr tras él” (Gray). Cuando profundizamos en nuestra experiencia de comunión con Dios, entramos al río de Dios: su santidad, su amor, su gracia. “En el hombre, cuando descubrimos alguna debilidad, podemos pronto hurgar y hallar los límites de su excelencia; pero con Dios es totalmente al revés. Cuanto más le conocemos, más hallamos en Él para admirar. Buscad mi rostro. El desea revelarse a nosotros” (R. Sibbes).

Y Dios está atento y anhelante a este tipo de buscadores como David. “Dios no se deleita en esconderse. Dios no nos mantiene a distancia como algunos emperadores, que creen que la presencia disminuye el respeto. Dios no es esta clase de Dios, sino uno que puede ser buscado” (R. Sibbes).

David había reducido su vida a un solo punto: Una cosa he demandado al Señor: que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo (Salmo 27:4). Es maravilloso el poder reducir la vida a aquello que es realmente importante: Dios, quien era el punto principal en la agenda de David.

David señala dos resultados importantes de vivir en comunión e intimidad con Dios: El v. 4 y 5 indica dos resultados de esta prioridad:

1) Experimentar (contemplar) la belleza y la gloria de Dios (su santidad, su misericordia, su gracia, su verdad, su justicia, su amor y la armonía de todas estas cualidades); y

2) Disfrutar la dirección de Dios. El salmista sabe que, si tiene tal comunión con Dios, el Señor le va a proteger y darle un lugar firme (v. 5). Le va a dar la victoria (v. 6, “levantar la cabeza” es señal de triunfo”) (Comentario Bíblico Mundo Hispano).