En Los Lugares CelestialesMuestra
Dado lo anterior, según el mismo Pablo entendió por revelación divina que la gloria que nos fue dada es un acceso de puertas abiertas al trono del Padre. No se trata de algo místico, gnóstico, ni de que se nos haya dado un aura como algunos piensan. No, sencillamente, la gloria que hemos recibido es acceso sin impedimento, tal como lo oyes: SIN IMPEDIMENTO al Padre celestial.
Jesús nos facilitó el acceso al Padre, abriéndonos la puerta por medio de la cruz: “porque por medio de él [Cristo] los unos y los otros [nosotros y los que están lejos] tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Efesios 2:18). La palabra ‘entrada’ o acceso significa el derecho a entrar SIN OBSTÁCULO alguno a la presencia de nuestro buen Padre celestial. También implica facilidad de acercamiento: “…es decir, confianza para hacerlo por medio de la fe en él” (Efesios 3:12).
¿Puedes ver lo que Pablo está diciendo aquí? Por fe, hemos llegado a un lugar de acceso que antes nadie pudo alcanzar, ni siquiera el pueblo de Dios. La presencia del Espíritu de Dios, en el Antiguo Pacto, solo se posaba en tres tipos de personas: sacerdotes del templo de Jerusalén, profetas y reyes. Esto era tan significativo que, incluso al entrar en la presencia de un rey terrenal sin su permiso, el castigo podía ser la muerte. Ester, una israelita, nos recuerda que, a pesar de ser una de las esposas más queridas del rey, nerviosamente debía esperar una señal antes de acercarse al trono. Solo cuando el rey extendía su cetro, Ester recibía aprobación para presentarse ante él.
Por contraste, tú y yo ya estamos en la sala del trono. Tenemos el derecho y privilegio de hablarle al Rey de reyes y Señor de señores cara a cara, en cualquier momento de nuestra existencia. Esto forma parte de nuestra posición en Cristo, una posición que no todo el mundo tiene, solo sus hijos. ¿No te parece esto maravilloso? (Hebreos 4:16).
Hoy tenemos el mismo grado de acceso al Padre que tuvo Cristo. Esto significa que, en nuestro caminar diario —nuestras entradas y salidas, nuestras relaciones, nuestra vida familiar, nuestro ministerio— no tenemos que alejarnos para pedir a Dios una palabra de fortaleza o dirección. Tenemos su mismo Espíritu viviendo en nosotros, y el Espíritu Santo nos revela la mente y la voluntad del Padre. Su voz siempre está detrás de nosotros, diciendo: “Este es el camino, anda en él” (Salmos 32:8).
Hay una palabra de Pablo que llama poderosamente mi atención, y tiene que ver con andar en el Señor: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Colosenses 2:6).
Para Pablo, esta verdad significaba que no bastaba con arrepentirnos de nuestros pecados o hacer buenas obras. No se trataba solo de creer o tener fe, sino de caminar en el conocimiento de estas verdades; es decir, de vivir una vida a partir de la plenitud y las bendiciones de Cristo. Vivir de forma tal que se refleje la vida de Cristo a través de nosotros.
Querido lector, esto no es un asunto complicado. Simplemente pregúntate: ¿Has recibido a Jesús no solo como Salvador, sino como el Señor entronado en el cielo? Y, ¿has aceptado que el Señor entronado vive en ti? Si es así, ¿qué efectos ves en tu vida? ¿Cuál ha sido el efecto de despertarte cada mañana sabiendo que Cristo no solo te salvó del pecado, sino que vive en ti? ¿Cuál es el efecto de saber que él dio su vida para quebrar los muros de separación, estar cerca de ti, amarte y tener comunión contigo?
Esto no significa que no seguiremos experimentando dolor o tristeza. Todo cristiano seguirá enfrentando tentaciones y penurias. Pero, en medio de nuestras pruebas, podemos abundar en acción de gracias por su bondad eterna hacia nosotros. Pablo nos dice que esa es la razón por la cual Dios nos hace sentar juntos con Cristo: “…para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:7).
Aquí está el efecto que debemos ver en nuestra vida cotidiana:
"A pesar de todo, Dios sigue mostrándonos su amor, su bondad, su misericordia y su gracia".
No estamos solos; no pasamos por los momentos difíciles solos. Él está en Cristo con nosotros, y esto, sin duda, debe marcar la diferencia.
¡Medita en esto!
Queridos amig@s, espero que estas reflexiones hayan sido de bendición para su vida como lo ha sido para la mía. El deseo de mi corazón y oración por ustedes es que el Señor les siga bendiciendo.
¡Hasta una próxima oportunidad!
Con amor en Cristo,
Pr. Juan Carlos Calle y equipo Conectar Global
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Acerca de este Plan
Pablo dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). Pablo nos está diciendo, en esencia: “Todos los que siguen a Jesús están bendecidos con bendiciones espirituales en lugares celestiales, donde Cristo está”. ¡Qué increíble promesa para tiempos tan apremiantes como los que estamos enfrentando!
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://topcristianos.com/