Un Lugar Donde Ser Cuidado, Sanado Y Habilitado Por DiosEjemplo

Un lugar de refugio

“Y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos” (Salmo 57:1b).

Dios ofrece un lugar donde ser cuidado, sanado y habilitado por Él. Un lugar donde experimentar descanso, consuelo y paz, en medio de las aflicciones y tensiones de la vida.

Al acudir a Dios en oración, con nuestras preocupaciones, entramos en una dimensión en la que Él trata con nuestras emociones y pensamientos: un lugar de transformación. El salmista descubre en Dios, al acudir a Él en oración y ruego, un lugar de refugio en tiempos de aflicción y adversidad:“Y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos” (Salmo 57:1b).

Métafora del aguilucho acobijado debajo de las alas del águila

Esta metáfora nos hace imaginar un ave pequeña, frágil y débil (aguilucho, polluelo), que se refugia bajo las alas de su madre (águila, gallina), e ilustra cómo Dios cobija a sus hijos bajo sus alas en tiempos de adversidad y aflicción.

El polluelo o aguilucho está bajo las alas de su madre protegido del viento, frío o calor, lluvia y depredadores. Debajo de las alas de su madre es un lugar cálido, sombreado en el que el aguilucho / polluelo puede sentirse amparado. Allí también es alimentado.

Así los creyentes cristianos pueden acudir a Dios en tiempos de dificultad para ampararse y ser sustentados hasta que pasen las tormentas de la vida.

Dios, en la comunión con Él, nos lleva a un lugar de refugio

Ese es un lugar de consuelo, cobertura, protección, fortaleza y cuidado, en el que podemos descansar de nuestras cargas y aflicciones, hasta que pasen los quebrantos. Es un lugar donde podemos descansar de los peligros y amenazas que nos acosan, abruman y causan sufrimiento.

En ese lugar podemos permitirnos ser débiles y vulnerables, ser enteramente nosotros mismos – con autenticidad – sin máscaras, fachadas, ni posturas, sabiendo que Dios nos comprende y atiende como un padre fiel y amoroso que cuenta con los recursos suficientes e idóneos para asistirnos, sanarnos, y ordenar y alinear correctamente nuestros pensamientos, habilitándonos en fortaleza, sanidad emocional – mental, y en fe.

En ese lugar de refugio, cobertura y protección debajo de las alas de Dios, podemos experimentar la fortaleza, cuidado y protección que Dios provee, tal como lo expresa el salmista (Salmo 46:1-3): Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.

Un refugio mejor que una cueva

Si bien David encontró en las cuevas un lugar de refugio cuando huía del rey Saúl. En este caso, cuando él dice que se aparará en Dios, está reconociendo que Dios es su amparo, y no las cuevas. “Debemos notar que David no llama a la cueva su amparo, aunque fue un amparo en cierto sentido físico. Más bien es a Dios a quien llama su amparo” (Boice).