La Viuda, El Fariseo Y El Publicano: ¿Cómo Oramos?Muestra

¿Será que estoy hablando conmigo mismo en lugar de hablar con Dios?

Las comparaciones no son el lugar ideal para encontrarse con Dios, matan la compasión por otros o hacia ti, te alejan de intimidad porque tus diálogos interiores te desconectan de Dios, y nos hacen creer que sólo existen nuestros parámetros en lugar del universo que nos rodea. Nuestra falsa seguridad se basa en calificar como bueno lo que hacemos sin preguntarle a Dios, podrían ayudarnos a comprender, pero nunca a definir desde la mirada de Dios.

El fariseo se definía por su comparación en su propio dialogo interno, negándose a escuchar la voz de Dios, cuantas veces en lugar de escuchar la voz de Dios solo estoy comparando las dos versiones de mí mismo, y mientras hago mi monologo que puede ser desde la condena o vergüenza hasta la soberbia, pongo a Dios como observador de mi dialogo frente mi propio espejo.

Esas comparaciones también niegan la posibilidad a la relación, y sin relación no puedo escuchar la voz del otro.

Cuántas veces hemos orado como fariseos y nos hemos sentido frustrados por no encontrar la voz de Dios, no me refiero a los silencios de Dios que nos obligan a ir más hondo. Esas pausas divinas en las que Dios nos alienta y nos dice: sigue hablándome, busca más profundo lo que quieres decirme, descubre mas, y yo te responderé.

En las oraciones del estilo fariseo, es casi todo lo contrario, nos hablamos a nosotros mismos con recomendaciones que justifiquen nuestra posición y llamamos “voz de Dios” a las cosas que nos alejan más de Él. Luego justificamos posturas que hacen daño y que sólo buscan elevarnos con los peldaños de nuestra conveniencia.

¿Somos conscientes de la presencia de Dios cuando hablamos con Él? ¿Tratamos de justificarnos, condenarnos, cubrir nuestras faltas con las faltas del otro?, Quién está consciente de la presencia de Dios en la oración, descubre el poder liberador de la humildad y la fragilidad de la justificación humana para querer impresionar a Dios.