La Belleza Del PresenteMuestra

Lo nuevo de cada día

A veces, vemos el día que llega como uno más y lo recibimos sin bombos ni platillos. Un día que nos es dado y una percepción de que pasará igual que pasó el de ayer. Nos vamos moviendo entre tareas y rutinas que se van dando mientras transcurre el tiempo sin que valoremos el valioso tesoro que nos es dado.

De vez en cuando debemos hacer un alto y meditar en qué nos ofrece el día que se presenta ante nosotros, empezando con la certeza de que es un regalo de Dios. De hecho, la Palabra de Dios nos revela cuántas cosas nuevas vienen en el interior de esa preciada dádiva que nos es dada del cielo.

Una de ellas es la misericordia divina. Desde el punto de vista humano es preciso decir que no cargamos con un caudal de misericordia con nosotros. Lo que quiere decir que nuestra misericordia (si es que la tenemos, espero que sí) se gasta. No siempre nos sentimos en las de hacer misericordia porque humanamente somos escasos.

No ocurre lo mismo con nuestro Señor, su Palabra dice: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad" (Lam. 3:22-23). De manera que en el día de hoy se muestra la misericordia de Dios para tu vida de manera completa y cabal. ¿Has leído que “al que espera en Jehová, le rodea la misericordia?” (Sal. 32:10). Él expresa su misericordia para con nosotros cada nuevo día.

¿Qué trae nuevo este día y cada día a los que somos hijos de Dios? Cada día trae consigo su bendición. “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación" (Sal. 68:19). Lo que ocurre es que en ocasiones los pasamos por alto porque los damos por sentado, a tal punto que pensamos que son el fruto de nuestro esfuerzo y no los agradecemos como debiéramos.

Es por ello que consciente de este mal nuestro, el salmista se dijo a sí mismo: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios" (Sal. 103:1-2). Porque la verdad es que tendemos a olvidar que Dios nos da el pan de cada día, que su provisión viene del cielo, Él es quien da a todos vida y aliento, porque en él vivimos, y nos movemos, y somos (Hch. 17:25,28).

Este día y cada día que estamos en esta tierra es un regalo de Dios y debemos vivirlos llenos de agradecimiento, en la humildad de reconocer que somos bendecidos por Él. Por tal razón, en lugar de recibir nuestro día con desgano, con quejas y descontentos, recibámoslo con alegría de corazón sabiendo que se nos ha puesto en las manos un regalo del cielo.

No olvidemos ni por un instante que nuestro amado Salvador nos ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esa es la más grande maravilla, saber que no comenzamos nuestro día en nuestras propias fuerzas sino en las de Dios, y no solos, sino acompañados por el Rey de reyes y Señor de señores.

“Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre" (Sal. 145:2).