Velar Para Una Vida De Intimidad Con DiosMuestra
Además, existe un detalle en el pasaje que no podemos ignorar. El encuentro con el Mesías provocó en los pastores: 1) Gran alegría: “Los pastores...iban alabando a Dios y dándole gracias por lo que habían visto y oído...”, Lucas 2:20 (TLA). 2) Contaron a todos lo que había acontecido: “Cuando los pastores lo vieron, les contaron a todos lo que se les había dicho acerca del niño...”, Lucas 2:17-18 (PDT). Esto nos recuerda a los cuatro leprosos que vivían en las afueras de Samaria. ¿Te acuerdas? El pueblo estaba sitiado y nadie tenía posibilidades de sobrevivir. De modo que estos cuatro leprosos decidieron entregarse al enemigo con la esperanza de que les perdonaran la vida y les dieran de comer. Lo que nunca imaginaron es que el enemigo ya no estaba en el campamento. El Señor había hecho que escucharan el traqueteo de carros de guerra a toda velocidad y creyeran que Israel había contratado al ejército egipcio para pelear contra ellos, así que huyeron: “Cuando los leprosos llegaron... fueron de carpa en carpa, comieron y bebieron vino, sacaron plata, oro y ropa, y escondieron todo. Finalmente se dijeron... “Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, ¡y nosotros no lo hemos dicho a nadie!... ¡Vamos, regresemos al palacio y contémosle a la gente!”. Así que regresaron a la ciudad e informaron... lo que había sucedido...”, 2º Reyes 7:8-10 (NTV). Encontrar la salvación y esconderla es el acto más vil y egoísta al que un hijo de Dios pueda llegar. Las bendiciones que recibimos de gracia, de gracia también debemos compartirlas. ¿Qué o quién nos impide predicar a los cuatro vientos que en Cristo hay salvación? ¿Has visto a un militante político callado? ¿Y qué de aquellos que no escatiman esfuerzo en proclamar que son partidarios del reino de las tinieblas o, de los que no tienen temor de decir que son abortistas o, de aquellos que agitan a las multitudes en favor de la ideología de género? La salvación nos ha sido dada, no para que la escondamos sino para que la proclamemos.
A modo de conclusión, deberíamos pensar seriamente lo que hemos aprendido. A esto nos referimos con meditar. Está muy bien que escuchemos la Palabra de Dios, pero sin la reflexión o meditación que nos lleva a la aplicación podría convertirse en información que pasa por nuestra mente así como el agua corre por una cañería, sin dejar nada en ella. Recuerda que la meditación nos lleva a la obediencia y la obediencia a la bendición: “Ahora que saben estas cosas, Dios los bendecirá por hacerlas”, Juan 13:17 (NTV).
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Acerca de este Plan
Solo las personas despiertas espiritualmente están preparadas para la revelación de Dios. ¿Eres tú uno de ellos?
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar