Oír la Palabra para una vida de intimidad con DiosMuestra

Debemos estudiar la Palabra de Dios. “Escudriñad las Escrituras” (Juan 5:39). Esdras estudiaba las Escrituras:“Esdras se dedicaba a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar a los israelitas sus leyes y mandatos” (Esdras 7:10, PDT). También lo hacían los creyentes de Berea: “Estudiaban las Escrituras todos los días porque querían saber si lo que Pablo y Silas decían era verdad...” (Hechos 17:11, PDT). El caso más significativo es Pablo que siendo anciano y a punto de morir seguía estudiando las Escrituras: “Cuando vengas, no te olvides de traer el abrigo que dejé con Carpo en Troas. Tráeme también mis libros y especialmente mis pergaminos” (2ª Timoteo 4:13, NTV). Pablo está en la cárcel escribiendo el último capítulo de la última carta que redactaría en la vida y le pide a Timoteo que traiga sus libros y pergaminos que incluían, sin lugar a dudas, copias de las Escrituras. Pablo sabe que es el final de su carrera aquí en la tierra y, aun así, está interesado en conocer mejor a Dios. No olvidemos que Pablo había estado en el tercer cielo (2ª Corintios 12:1-6) y había visto a Cristo en persona, camino a Damasco (Hechos 9:5). Estaba lleno del Espíritu Santo, tenía el poder para operar milagros (Hechos 14:10) y la sabiduría dada por Dios para escribir las Sagradas Escrituras (2ª Pedro 3:16). Sin embargo, siguió estudiando la Palabra de Dios hasta que murió. Si el gran apóstol Pablo necesitaba estudiar las Escrituras, ¡cuánto más nosotros! Entonces, ¿por qué no lo hacemos? Porque somos perezosos o, quizás, porque no sabemos cómo hacerlo. Si este fuera tu caso, comienza pidiéndole al Espíritu Santo que te revele la lección que necesitas aprender. Después, lee despacio con un cuaderno a tu lado para anotar todas las cosas que Dios te revele. Busca las referencias cruzadas que están al pie de tu Biblia. Es verdad que existe un mundo de posibilidades hoy en día para aprender la Biblia, pero no te conformes con el alimento espiritual pre-digerido por otros. Experimenta tú mismo la alegría de descubrir los tesoros escondidos a través de tu propio estudio bíblico.