Orando como JesúsMuestra

Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a nuestros ofensores

Como seguidores de Cristo, estamos llamados a caminar en sintonía con el Espíritu Santo. Una manera importante de hacerlo es llegando constantemente a Dios en oración, confesando y alejándonos de la trampa y las tentaciones del pecado; y liberando continuamente a los demás de sus ofensas contra nosotros a través del verdadero perdón.

Vivir de esta manera produce el fruto del Espíritu Santo, como el amor, el gozo, la paz y la fidelidad.

Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Requiere humildad. Seamos sinceros. Realmente no nos gusta admitir cuando estamos equivocados. Creer que estamos en lo correcto nos hace sentir muy bien, y el ser corregidos es terrible y embarazoso. Pero la persona que no confiesa, no busca perdón y no cambia, o que se niega a perdonar a otros, está en una prisión hecha por sí misma.

Lo bueno es que no tenemos que ser esa persona. Jesús proporcionó un plan de rescate. La misión y el ministerio de Jesús fue, y es, liberar a los cautivos de la esclavitud del pecado. Esto se logra mediante el arrepentimiento y el perdón.

Recordemos nuestro mejor ejemplo. Como Dios en forma humana, Jesús vivió completamente sin culpa, sin ningún acto indebido, y se convirtió en el modelo supremo de gracia y perdón cuando tomó nuestro castigo al sufrir y morir en una cruz.

En los momentos finales antes de su último aliento, clamó al Padre en medio de una multitud burlona con las palabras más compasivas e inmerecidas: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Imagina este momento cuando el Salvador del mundo ofreció perdón en el momento mismo de la ofensa más profunda.

Pausa y reflexiona

Dedica un momento para entrar en un tiempo de quietud ante Dios. Cuando estés listo, responde a lo que has estudiado hoy. ¿Es la confesión a Dios una parte normal de tus oraciones diarias? ¿Qué puedes hacer para que la confesión se convierta en un hábito? Pídele a Dios que te muestre áreas en tu vida donde necesites cambiar o conceder perdón, así como Él te ha perdonado a ti.

Oración

Amado Padre, gracias. Eres un buen, buen Padre. Gracias por permitirme venir a ti en cualquier momento, tal como soy. Me humillo ante ti. Continúa transformando mi corazón para que se parezca más a Cristo Jesús. Ilumina las áreas de mi vida que necesitan cambiar. Gracias por darme el poder de perdonar los pecados y heridas que otros han cometido contra mí. Te alabo por tu acto supremo de perdón en la cruz y por la gracia que me extiendes en cada momento de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.