Míralo conmigo:

Buscando la perspectiva de Jesús

"Él restaura mi alma. Él me guía por sendas de justicia por causa de Su nombre" Salmos 23:3.

Hay muchas palabras y frases en la Biblia que crecemos escuchando que han perdido el profundo impacto de lo que realmente significan simplemente debido a la familiaridad casual con ellas. "Por amor a Su nombre", o un derivado de la frase, es un excelente ejemplo de lo que quiero decir. A medida que me he tomado el tiempo para sumergirme en las implicaciones de esta frase, he llegado a ver que se nos da una poderosa seguridad divina cuando Dios pone Su sello usando estas palabras. Estas palabras, de hecho, revelan la razón por la que Él cumple Sus promesas. No hay mejor promesa que la pronunciada por nuestro Rey, porque Su fuerza impulsora para permanecer fiel a Su palabra no se basa en una "doctrina de la equidad" legalista, en la que debemos actuar para ganarla o merecerla. Más bien, la motivación de Dios está unida a una responsabilidad mayor. Es porque el nombre y la reputación de Dios están en juego. En otras palabras, la responsabilidad de Dios es ante Sí mismo, y cuando Él usa las palabras "Por amor de mi nombre" (o si es inspirada para ser usada, como el uso que David hizo de ella en la escritura a la que se hace referencia) Él está diciendo: "Por amor a mi nombre y reputación, haré estas cosas". No te equivoques al pensar que Dios no está preocupado por Su nombre, porque Él quiere ser conocido como fiel y seguro. Él no habla sin rumbo, y cuando dice que hará algo, entonces quiere que confiemos absolutamente en que se hará. Por lo tanto, me gustaría que profundizáramos en un par de pensamientos sobre el uso del nombre de Dios. Primero, veamos las profundas implicaciones de cómo esta frase simple y muy pasada por alto puede consolarnos cuando vivimos en respuesta a las promesas de Dios. En segundo lugar, me gustaría dar un punto de vista personal de por qué creo que Dios se involucra con Sus hijos como lo hace. Lo primero es lo primero:

"Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que cambie de parecer. ¿Habla y luego no actúa? ¿Promete y no cumple?" (Números 23:19).

El primer aspecto de Dios que debemos concretar en nuestra percepción de Él es que Él no nos mentirá, porque no puede mentir. Dios es la verdad y el amor supremos, y es imposible que Él sea falso. Él no es, ni puede ser, un engañador, un tentador, ni juega con nosotros. De hecho, Él trabaja estratégicamente en nuestra vida de tal manera que se revela a nosotros para que confiemos en Él de una manera cada vez mayor. Como en todas las relaciones, en el centro está nuestra confianza en una persona, y en el centro de la confianza está el carácter de la persona en la que confiamos. Si ponemos nuestra confianza en una persona que nos traiciona, entonces tendremos dificultades para recuperar la confianza en esa persona. Todavía se puede hacer, porque todos cometemos errores. Sin embargo, si sospechamos que una persona tiene un defecto de carácter que, cuando está bajo presión, haría que se fijara en nuestra relación, entonces siempre seremos cautelosos en profundizar en nuestra amistad con él. Es bastante seguro decir que no confiaremos profundamente en aquellos a quienes no conocemos profundamente. Aquí es donde debemos ver a Dios de manera diferente a otras relaciones y a nuestros semejantes. Nuestro Rey Jesús es el Amigo más fiel y leal que jamás encontraremos, porque Él es Quien Él es. Este solo hecho lo convierte en el más digno de confianza con quien podríamos tener una relación. Luego, como para agregar un signo de exclamación a la razón por la que podemos confiar en Él, Él coloca Su famoso sello: "¡Por amor de Mi nombre!" Es por eso que debemos llegar a conocerlo mejor a través de una relación duradera con Él, porque cuando llegamos a conocerlo profundamente, descubrimos que se puede confiar en Él absolutamente.

¿Qué hace por ti cuando procesas estos hechos acerca de Dios y te das cuenta de Sus amables intenciones hacia ti cuando Él te invita a acercarte a Él? ¿No te da una sensación de seguridad a la que Él quiere que llegues y que te está esperando? ¿No te anima el hecho de que Él quiera que te sientas más seguro y nutrido y que estés viviendo con agitaciones innecesarias en tu vida? Para mí, saber esto sobre el corazón de mi Rey y las buenas intenciones hacia mí me da un verdadero descanso que me dice que ya no tengo que dormir con un ojo abierto. ¿Entiendes lo que quiero decir cuando digo esto? Ya sabes, es como cuando sentimos que tenemos que mantener la guardia alta todo el tiempo. Ponemos nuestros cuerpos a descansar, pero nuestra mente nunca deja de procesar lo que enfrentamos mañana o qué plato tenemos que girar cuando nos despertamos por primera vez. Si nuestros trabajos están en juego o tenemos un ser querido en problemas o a punto de meterse en problemas, nos angustiamos sobre lo que deberíamos hacer para defender o proteger la situación, y eso nos mantiene en alerta máxima. ¿A qué se debe esto? Es el ADN básico del hombre que se revela en nosotros. Es temor, y el temor nos hace hacer algunas cosas impías. Como resultado del miedo, tratamos de controlar, manipular o defender. Tomamos una carga sobre nosotros mismos cuando nuestro Salvador nos dice que vayamos a Él, porque Él nos quitará la carga.

La compulsión básica de nuestra naturaleza pecaminosa es aferrarnos más fuerte cuando tememos perder algo, cuando, de hecho, nuestro Dios nos está diciendo que aflojemos nuestro agarre para que Él pueda tomar el control. Aquí es donde aprendemos a "confiarle" nuestras preocupaciones. Al hacer esto, no estamos siendo irresponsables ni descuidando nuestros deberes. Por el contrario, estamos tomando nuestras responsabilidades tan en serio que estamos confiando nuestras preocupaciones a Aquel que puede hacer lo mejor para esas preocupaciones. ¿Cómo lo sabemos? Bueno, es esa garantía que Él firma en cada promesa que Él hace. Es por causa de Su nombre que Él cumplirá Sus promesas. Permítanme animarlos a todos a obtener un pequeño libro de las Promesas de Dios que está disponible en cualquier librería cristiana. Cada vez que sientas una tensión o un miedo particular sobre algo, busca una promesa que hable a tu corazón sobre esa situación. Anota en tu diario cómo esa promesa te habla a ti y a tu situación y cómo te lleva. Memorízalo. Escríbelo en tu corazón. Cada vez que sientas miedo, cítalo para ti mismo y úsalo como un arma poderosa contra la guerra espiritual que te está asaltando. Las promesas de Dios te son dadas para el tiempo en el que te encuentras ahora, y con Él y Sus promesas para ti, prevalecerás.

Finalmente, hay otra gran razón que veo escondida entre líneas en cuanto a por qué Dios cumple Sus promesas. Ahora, esta es mi propia opinión y mi propio punto de vista de mi Salvador, así que supongo que debo negarlo como tal. Pero, como yo lo veo, hay otra razón muy personal por la que Dios quiere cumplir Sus promesas para mí, aparte de Quién es Él. Es lo que yo soy para Él, porque soy llamado por Su nombre. Yo soy Su "Tocayo".

Permítanme darles algunos antecedentes personales: es posible que muchos de ustedes ya sepan que mi nombre, "Rocky", es un apodo. Sin embargo, es posible que no sepas que me apodaron así cuando nací, junto con mi nombre de pila de Gorden Jr., que lleva el nombre de mi padre. Mi hijo fue nombrado como yo (III) y su hijo fue nombrado como él (IV). Por lo tanto, hay cuatro generaciones de este nombre, ya que tres hijos recibieron este nombre como homónimo de su padre. Es muy especial para mí, como padre, abuelo e hijo, tener dos tocayos que llevan mi nombre. Debido a esto, como padre y abuelo, me preocupa más que mis hijos sientan de mí el amor más grande que un hombre puede darles, y quiero que confíen en mí de la manera más profunda. También quiero honrar a mis hijos, a mi padre y a mi propio nombre al tener un buen nombre y ser conocido como digno de confianza, porque si no lo soy, su nombre también podría verse empañado. Por lo tanto, la integridad y el honor con mi palabra es esencial. Además, como mis hijos y tocayos, pueden entender que esta conexión me hace involucrarme profunda y personalmente con su bienestar. En cierto modo, mi nombre y mi reputación están en juego por mis hijos. Ahora piensen en esto: Si un hombre de pecado, vergüenza e imperfección como yo puede tener tanto amor, afecto y preocupación por mis hijos que son llamados por mi nombre, solo piensen en cómo nuestro Padre que da Su amor perfecto piensa tan afectuosamente hacia nosotros que somos llamados por Su nombre. ¿Cómo es eso? Somos el propio tocayo de Dios cuando tomamos el nombre de cristianos, porque llevamos el nombre de Su Hijo, Jesús, el Cristo. Por lo tanto, así como Dios quiere que honremos el nombre de Su Hijo mientras vivimos como Su homónimo, Él también quiere honrar el nombre de Su Hijo y Sus tocayos siendo fieles a Su palabra y fieles a Sus promesas.

"Vino a lo suyo, pero lo suyo no lo recibió. Sin embargo, a todos los que le recibieron, a los que creyeron en su nombre, les dio potestad de llegar a ser hijos de Dios" (Juan 1:11-12).

Entonces, ¿qué estás esperando? ¿Por qué no hacemos una "zambullida de cisne" en los brazos extendidos de nuestro amoroso Padre celestial y le confiamos nuestros temores? Dejemos que Su amor perfecto eche fuera todos nuestros temores y permítele guiarnos a ese terreno perfecto para esperar que pase nuestra tormenta. Ese fundamento está en Sus promesas y en la proximidad de Él. Él realmente quiere que vayamos allí, y lo necesitamos.