¡Obedece O...!Muestra
Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas se habían reunido allí para proclamarlo rey. De esto se enteró Jeroboán, hijo de Nabat, quien, al huir del rey Salomón, se había establecido en Egipto y aún vivía allí (1 Reyes 12:1-2).
La Biblia registra que, con la muerte del rey Salomón, el reino quedó en mejores condiciones que cuando él asumió el trono cuarenta y dos años antes. Salomón dejó un reino unificado, aunque con pesadas cargas económicas para el pueblo. Y, obviamente, tenía que haber un nuevo rey, uno que reemplazara a Salomón.
Toda historia tiene un trasfondo, y en la de Salomón también está presente. La Biblia registra que Salomón fue un rey que gozó de prestigio, poder y fama, y por supuesto también de varios enemigos que procuraban su caída.
Uno de esos enemigos era Jeroboán, quien había sido parte de su corte, es decir, que había trabajado en palacio; Jeroboán había sido el supervisor de los trabajos pesados del reino. Había sido un capataz que gozaba, en cierto grado, de prestigio y reconocimiento. La rebelión de Jeroboán contra el reinado de Salomón comenzó cierto día, cuando Jeroboán salía de Jerusalén y se encontró en el camino con el profeta Ahías. Algo providencial sucedió: el profeta llevaba puesto un manto nuevo en obediencia al mandato del Señor.
Entonces Ahías tomó el manto nuevo que llevaba puesto y lo rasgó en doce pedazos. Luego de esto, le dijo a Jeroboán: «Toma diez pedazos para ti, porque así dice el Señor, Dios de Israel: 'Ahora voy a arrancarle de la mano a Salomón el reino, y a ti te voy a dar diez tribus. A él le dejaré una sola tribu, y esto por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que he escogido entre todas las tribus de Israel'».
Es interesante saber que Dios hizo esto antes de la muerte de Salomón debido a que este abandonó los caminos del Señor, y adoró a Astarté, diosa de los sidonios, a Quemós, dios de los moabitas, y a Moloc, dios de los amonitas. Es decir, a pesar de la prosperidad material o del buen nombre que gozaba Israel, su corazón se había pervertido debido a que Salomón introdujo y permitió la idolatría en toda su extensión, a tal grado que el pueblo se olvidó de los estatutos y leyes de Dios (1 Reyes 11:26-41).
Y Salomón, que era el rey, intentó sin éxito matar a Jeroboán. Por eso este hombre huyó y se fue a Egipto. Salomón no pudo hacer nada contra Jeroboán porque no tenía problemas con Egipto y no podía ir allá a destruir a los guardias de Egipto y a entrar a matar a un grupo de personas para sacar a “su enemigo”. Él tenía que esperar y, entretanto, Salomón muere y queda como rey Roboán, su hijo.
Jeroboán vio que era su momento de atacar, de moverse, porque ya no estaba Salomón. Y aquí hay una primera conclusión, relacionada con el contexto familiar de Salomón, “si quieres edificar una familia, el pecado no es el camino”.
Escrituras
Acerca de este Plan
La verdadera obediencia se revela y se prueba en los momentos difíciles. Cuando las circunstancias son favorables y todo va bien, obedecer puede parecer fácil y natural. Sin embargo, cuando enfrentamos desafíos, tentaciones o situaciones adversas, es cuando nuestra obediencia a Dios se pone a prueba de manera real.
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