El Dios de lo extraordinarioMuestra

Dios de proezas.

En un país muy lejano había un pueblo que soñaba con ser libre, pero su problema era que ellos estaban subyugados ante el poderío de una gran nación y no tenían la mínima oportunidad de ser libres. Pero ellos durante muchos años habían escuchado una historia que existía, ¡un Dios extraordinario!, que los podía libertad de su sufrimiento y de sus penurias a los que estaban sometidos. Pero, los años pasaban y pasaban y no ocurría nada extraordinario en su miserable vida. Pero de repente apareció en la escena un hombre enviado por aquel, ¡Dios extraordinario! Y les trajo un rayo de esperanza a su desgastada vida y les dijo que todos ellos iban a ser libres de aquel yugo de esclavitud y que muy pronto todos ellos marcharían, hacia una tierra de libertad y que disfrutarían de esa maravillosa tierra. El emisario de aquel maravilloso Dios había sido comisionado de presentarse ante “aquel gran señor de esa nación”. Este se presentó ante aquel desafiante y arrogante rey y le dijo las siguientes palabras: "Poderoso señor, mi extraordinario Dios le da la orden de que usted debe de poner en libertad a este pueblo". Este rey estalló en burlas y se negó a cumplir la orden del extraordinario Dios.

Esto dio como resultado que aquel maravilloso Dios, comenzara a realizar una serie de proezas, que nunca antes los ojos de aquellos habitantes habían visto en su vida. Un tiempo después, la arrogancia de aquel rey fue doblegada y no tuvo más remedio que dejar en libertad aquel pueblo. Y la historia no termina con la liberación de aquel pueblo; ese Dios maravilloso les proveyó alimento, abrigo y protección sobre toda su travesía para llegar a la tierra prometida.

Oración:

Cuando leo la historia de la liberación del pueblo de Israel, me pongo a meditar que ¡cuán maravilloso Dios eres! Ya que la historia cuenta todas las proezas que tú realizaste para liberarlos de aquel yugo de opresión en que vivían. Pero a la vez también medito en mi corazón que esa misma obra liberadora la hiciste con mi persona, ya que llegaste a liberarme del yugo de esclavitud del pecado en el cual estaba sometido. Pero tu gran amor y misericordia me alcanzó, y no solo eso, también me has cuidado, alimentado, sanado y protegido todo este tiempo. Es por esta razón que hoy elevo una oración de gratitud por todo ese amor mostrado ante mí y no me da vergüenza gritar con todas mis fuerzas, ¡que tú eres el Dios de lo extraordinario!