Viviendo en El DesiertoMuestra

En medio del desierto: El valor de la espera

En nuestra vida cotidiana, vamos a un ritmo vertiginoso. Todo es instantáneo: si queremos comer, tenemos aplicaciones que nos permiten pedir comida que llega en minutos; si necesitamos pagar algo, lo hacemos desde el celular sin tener que ir al banco; si queremos hablar con alguien que está lejos, basta con enviar un mensaje y la comunicación es inmediata. Estas comodidades agilizan muchas cosas y nos facilitan la vida, pero también nos están acostumbrando a una cultura de inmediatez.

Con Dios, sin embargo, no siempre es así. Nuestra mente, entrenada para esperar respuestas y resultados instantáneos, a menudo se frustra cuando no recibe una respuesta inmediata de parte de Dios. Pero la falta de inmediatez no significa que Dios no pueda o no desee responder; a veces, Él quiere que esperemos. Este tiempo de espera, que puede sentirse como un desierto, es un período en el que Dios nos invita a apartarnos de las distracciones y a sintonizarnos con Su voz.

El desierto no es un lugar de ausencia de Dios, sino un lugar de silencio intencionado. Es un espacio donde, al eliminar el ruido que nos rodea, podemos escuchar a Dios de una manera más clara y profunda. A veces, Dios permanece en silencio hasta que estamos verdaderamente listos para escuchar, hasta que nuestro corazón se ha despojado de las prisas y está preparado para recibir Su amor y Su dirección.

Este desierto es donde Dios espera en silencio, no porque se haya alejado, sino porque está removiendo los obstáculos en nuestro corazón, llevándonos de regreso a Su amor. En este espacio, Dios trabaja en nosotros, moldeándonos y preparándonos para lo que tiene planeado. Así que, si te encuentras en un momento de espera, recuerda que no estás solo; estás siendo guiado por Dios hacia un encuentro más profundo con Él.