Cómo Practicar Una Fe HumildeMuestra

Gloria pasada por alto

La palabra gloria tiene varios significados, incluido «gran orgullo», «honor» o «fama». Cuenta la historia que muchos han hecho de la gloria el objetivo de sus vidas, mientras que otros la han considerado algo de lo que hay que huir. Ambas reacciones nos dicen mucho sobre lo que hay en el corazón humano.

Cuando reflexionamos sobre la gloria, no podemos evitar contemplar el papel de otra virtud en los asuntos de la humanidad, hablamos de la humildad. Durante mucho tiempo se creyó que la humildad era pensar menos en uno mismo o ponerse en el último peldaño de la escalera.

Sin embargo, el carácter de nuestro Señor Jesús, tal como se describe en las Escrituras, nos ha mostrado que la humildad realmente significa «pensar correctamente». La humildad es ver la vida a través del lente de la verdad, mientras que el odio a uno mismo no es humildad sino una forma retorcida de altivez. Ser humilde consiste en verse a sí mismo verdaderamente, tal como realmente es uno, sin filtros.

Pero, ¿qué es la gloria genuina? ¿Cómo la obtenemos? ¿Cuál es su papel con relación a la humildad? Buscar la gloria como objetivo de la vida, en sí mismo, no es gloria sino vanidad. En las Escrituras encontramos que la gloria es una cualidad de Dios. La misma irradia de Dios y se impregna en lo que está a su alrededor. La gloria genuina llega cuando mana de Dios y se refleja en nosotros. La gran belleza del Evangelio es que Dios nos ha invitado a permanecer en él, a ser portadores del fruto que solo él produce.

Una de las mejores maneras de reflejar la gloria de nuestro Creador es cuando nosotros, como sus amados hijos, nos convertimos en un reflejo de quién él es. Ser paciente, por ejemplo, podría ser una oportunidad extraordinaria para esto: ser lento para enojarse, como él también lo es.

Al ver la realidad tal como es, nos damos cuenta de que la ira es una emoción que puede salirse de control, pero que no tiene control real sobre nuestro entorno. Cuando somos agraviados, tenemos la opción de tomar represalias o perdonar. El perdón es parte de la naturaleza de Dios. Al actuar como lo hace Dios, reflejamos su carácter y actuamos de una manera que recuerda al Dios de gloria.

Estamos hechos a imagen de Dios y cuando reflejamos su naturaleza, heredamos su gloria. Cuando elegimos esa perspectiva, puede motivarnos a pasar de la ira a la paciencia, de la amargura al perdón. El mundo podría pensar que somos tontos. Pero la realidad es que la humildad es la fuente de la verdadera gloria.

Señor, por favor, déjame recordar pasar por alto las ofensas y poner mis ojos en reflejar tu naturaleza a los demás y traer gloria a tu nombre.