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LUZ Y SAL

Cuando decides aceptar a Jesús, todo queda en tu corazón y en tu mente. Cuando recibes a Cristo, quien es la luz del mundo, tu propia naturaleza cambia. Sin embargo, es sólo el inicio, queda un gran trecho por recorrer. La misma Palabra lo dice:

“Nadie enciende una lámpara para esconderla bajo un cajón, sino que la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa".

Es decir, cuando recibes a Jesús, ¡recibes “la luz del mundo”! Recibes al Espíritu Santo, recibes el Espíritu de Dios que morará en tu cuerpo. ¿Por qué, entonces, esconderla bajo un cajón? La escondes cuando:

• Callas y deberías hablar la verdad.
• Sigues la maldad de la mayoría.
• Niegas tu luz, niegas a Cristo.
• Dejas que el pecado apague tu luz.
• No compartes tu luz con otros.
• Pasas por alto las necesidades de los demás.

No necesitas cambiar todo el mundo y acabar con todas las guerras existentes o con la pobreza. No necesitas ser un superhéroe del “mundo mundial”. Obviamente, si eres el presidente de un país o tienes tal alcance y puedes hacerlo, ¡hazlo! Pero quizás, lo único que Dios quiere es que seas un faro y que guíes e ilumines un barco a la vez. Lo que sí, la misma Palabra nos insta a compartir la luz y “ser la luz y la sal de este mundo”.

“Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea. Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo".

¿Qué significa ser luz? ¿Acaso significa brillar por tu inteligencia, por cuán culto eres, por las riquezas que posees, lo popular o famoso que eres, por los “Me Gusta” que tienes en alguna red social? Ciertamente no. Jesús habla de otra luz. No se refiere a la que procede de las ideas y está encerrada en los libros sino más bien a la que proviene de las acciones, que hablan del tipo de vida que tienes y que reflejan el tesoro de tu corazón. Mateo 5:16 (DHH) lo dice claramente:

“Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo".

Algo sumamente importante de destacar es que las buenas acciones son consecuencias de recibir la Salvación y de seguir las huellas de Jesús, NO son la causa de la Salvación. La Salvación es por fe y no por obras. Sin embargo, tus nuevas obras, tus nuevas acciones deben reflejar y glorificar el Reino de Dios para que otros las vean, coman de esos frutos y también se salven, reconozcan a Jesús y glorifiquen a Dios. Debes dar frutos, muchos frutos. Alguna vez escuché que nuestra vida tiene que reflejar la gloria, los principios y las enseñanzas del Reino de Dios. El mundo está sumergido en oscuridad, sólo tienes que encender la televisión para ver y sentir la oscuridad que reina sobre el mundo. Sé tú esa luz que brille y alumbre la noche de tu familia, de tus seres queridos, de tu trabajo, de tu iglesia, de tu país, del mundo entero.

¿Qué significa ser sal? Existen dos puntos de vista respecto a ser sal.

1. Preservar: El pescado era una de las principales exportaciones de la provincia de Galilea a Roma y al resto del Imperio Romano. Su transporte dependía de su conservación y, como no había refrigeración eficaz en aquella época, preservaban el pescado con la sal. Así el símbolo de la sal tiene un significado especial para los discípulos Pedro, Andrés, Juan y Jacobo que eran pescadores. Tanto la sal como la luz penetran el medio ambiente con grandes beneficios: La luz ataca la oscuridad del mundo mientras que la sal ataca la corrupción del mundo preservando y guardando la Verdad de Dios. Siendo sal podemos atacar la corrupción de este mundo preservando La Palabra de Dios; lo santo, lo puro, lo verdadero, lo justo y honorable.
2. Condimentar: Si un condimento no tiene sabor, no sirve de nada. Si los cristianos no se esfuerzan por afectar positivamente al mundo que los rodea (familia, amigos, trabajo, etc.), serán como la sal que perdió su sabor y no serán muy útiles para los propósitos de Dios. Si somos parecidos al mundo, no estamos siendo útiles para Dios. No tenemos sabor, no condimentamos, no sazonamos al mundo. Debemos marcar la diferencia. Como la diferencia que existe entre una comida sin sal y otra condimentada con sal. ¡Se nota la diferencia! Debemos afectar positivamente a las personas, así como el condimento da mejor sabor a las comidas. Siendo sal, podemos dar mejor sabor a las vidas de las personas.

No estamos hechos para escondernos, la luz se hizo para brillar, para alumbrar a todos, para ser de beneficio a otros. No estamos hechos para corrompernos y alinearnos con el mundo; por el contrario, estamos para vivir en santidad caminando por los caminos rectos y verdaderos de Dios. Creo que uno de los propósitos más claro que nos pone el Señor es efectivamente ser Luz y Sal de este mundo.

William Shedd dijo: “Un barco está seguro en un puerto pero no es para eso para lo que se construyen los barcos”. Sé valiente, no tengas miedo, brilla. Que el mejor testimonio sea el vivir una vida alejada de la corrupción de este mundo, haciendo la diferencia en la vida de otros e iluminando sus caminos como lámpara para sus pies.

Preguntas para reflexionar

• ¿Cómo puedes ser luz en tu familia, trabajo e iglesia?
• ¿Cómo puedes alejarte de la corrupción?

Que tengas un excelente y muy bendecido día. Nos vemos en la siguiente lectura.
Alfonso