Por el gozo puesto ante Él: Un devocional de PascuaMuestra
Antes de Su crucifixión, Jesús fue flagelado. Los soldados romanos desnudaron la mitad superior de Su cuerpo y ataron Sus manos a un pilar. Se vio obligado a doblarse con la columna vertebral expuesta. Luego, Jesús fue azotado con un látigo de tres puntas compuesto por tres correas de cuero conectadas por pedazos de hueso y metal en una cadena.
La flagelación o azotamiento siempre precedió a la pena capital para que el prisionero se debilitara y muriera más rápidamente en la cruz. El violento azote del cuerpo de Jesús desgarró Su piel y descubrió Su carne hasta el hueso. Muchas víctimas morían incluso antes de encontrar la cruz debido a la flagelación. Muchos quedaban paralizados y pocos permanecían conscientes después de este horrible castigo.
Después de la flagelación vino la burla. Los soldados implacablemente, ridiculizaban cruelmente al Hijo del Dios de toda la creación.
Jesús era demasiado débil para llevar Su propia cruz porque Su tormento ya había sido llevado a los límites máximos. Quedaba poca vida en Su precioso Cuerpo cuando alcanzó la cima del Gólgota.
El hombre que había volcado las mesas... sostenido niños pequeños en Su regazo... calmado las tormentas... y resucitado a los muertos... ahora estaba sangrando de dolor. Sus pulmones luchaban por una aspiración más de la atmósfera terrestre y sus ojos estaban vidriosos por un dolor vicioso.
Me pregunto si los guardias podrían escuchar al Salvador jadeando. Su madre, que había presenciado Su primer y precioso aliento, ahora lo escuchó respirar el último. Ella se había reído por Sus primeros balbuceos y gorgoteos, y ahora tenía que pararse y escucharlo luchar contra el dolor.
Él podría haber llamado a 10.000 ángeles en ese momento. ¡Habrían venido a Su rescate!
Él pudo haberse retirado de la cruz, ¡pero escogió no hacerlo! Él eligió contener su poder. ¿Por qué? ¿Por qué no se salvó de la burla del infierno?
Él se quedó allí para ti... porque TÚ eras el gozo puesto ante Él. Estabas en su mente mientras colgaba de la cruz del Calvario.
La flagelación o azotamiento siempre precedió a la pena capital para que el prisionero se debilitara y muriera más rápidamente en la cruz. El violento azote del cuerpo de Jesús desgarró Su piel y descubrió Su carne hasta el hueso. Muchas víctimas morían incluso antes de encontrar la cruz debido a la flagelación. Muchos quedaban paralizados y pocos permanecían conscientes después de este horrible castigo.
Después de la flagelación vino la burla. Los soldados implacablemente, ridiculizaban cruelmente al Hijo del Dios de toda la creación.
Jesús era demasiado débil para llevar Su propia cruz porque Su tormento ya había sido llevado a los límites máximos. Quedaba poca vida en Su precioso Cuerpo cuando alcanzó la cima del Gólgota.
El hombre que había volcado las mesas... sostenido niños pequeños en Su regazo... calmado las tormentas... y resucitado a los muertos... ahora estaba sangrando de dolor. Sus pulmones luchaban por una aspiración más de la atmósfera terrestre y sus ojos estaban vidriosos por un dolor vicioso.
Me pregunto si los guardias podrían escuchar al Salvador jadeando. Su madre, que había presenciado Su primer y precioso aliento, ahora lo escuchó respirar el último. Ella se había reído por Sus primeros balbuceos y gorgoteos, y ahora tenía que pararse y escucharlo luchar contra el dolor.
Él podría haber llamado a 10.000 ángeles en ese momento. ¡Habrían venido a Su rescate!
Él pudo haberse retirado de la cruz, ¡pero escogió no hacerlo! Él eligió contener su poder. ¿Por qué? ¿Por qué no se salvó de la burla del infierno?
Él se quedó allí para ti... porque TÚ eras el gozo puesto ante Él. Estabas en su mente mientras colgaba de la cruz del Calvario.
Escrituras
Acerca de este Plan
La semana final en la vida de Jesús no fue una semana común. Fue una época de despedidas agridulces, generosas donaciones, crueles traiciones y oraciones que sacudieron el cielo. Experimenta esta semana, desde el Domingo de Ramos hasta la Resurrección milagrosa, mientras leemos juntos el relato bíblico. Aclamaremos con las multitudes en las calles de Jerusalén, gritaremos con enojo a Judas y a los soldados romanos, lloraremos con las mujeres en la Cruz y ¡celebraremos mientras amanece la mañana de Pascua!
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Nos gustaría agradecer a Carol McLeod y a Just Joy Ministries por proveer este Plan. Para más información, por favor visita: www.justjoyministries.com