Por el gozo puesto ante Él: Un devocional de PascuaMuestra

La frase sin respuesta "¡¿Por qué ?!" hace eco dentro de mi alma cuando leo el relato trágico de la traición de Judas a Jesús.

¿Por qué?

¡Judas había pasado tres años con Jesús! Le había visto sanar cuerpos, tocar vidas destrozadas y resucitar a los muertos. Judas había oído el Evangelio del amor.

¿Por qué?

Judas rio y compartió la vida con Jesús. Judas había visto la multiplicación milagrosa de panes y peces... había visto calmarse un mar una vez embravecido... y había visto a los demonios huir ante la voz de Aquel que proclamó: "¡Sea la luz!"

¡¿Por qué?!

¿Tiene siquiera Judas un corazón?

Judas fue a los principales sacerdotes... no vinieron a él. Él fue a ellos.

Siempre me he preguntado si Judas traicionó a Jesús debido a su propia adicción. Me pregunto si Judas se vio obligado a vender a Jesús a los asesinos debido a una compulsión que nunca pudo conquistar.

Judas estaba a cargo de la caja de dinero y se sabía entre los discípulos que Judas a menudo robaba dinero de la tesorería que debía compartirse. No sabemos si los discípulos confrontaron a Judas, o si Jesús lo confrontó a él. Lo que sí sabemos es que Judas tenía una adicción con la que nunca había tratado.

¡Judas pudo haber llevado su debilidad a Jesús! Pudo haber confesado, pedido perdón y poder. En cambio, la adicción insidiosa y letal permaneció oculta y, por lo tanto, superó la capacidad de Judas para caminar por la fe y no por la vista.

No puedes vender a Jesús por treinta piezas de plata, pero tus adicciones y problemas harán que tomes decisiones equivocadas. Harás cosas que te avergonzarán y te conducirán por un camino de remordimiento y culpa.

Satanás se aprovechará de tu debilidad. Se lo hizo a Judas y te lo hará a ti.

Tal vez es hora de que hagas una elección que Judas nunca hizo... ve a Jesús. Pídele perdón y poder. ¡Te sorprenderás de cómo cambiará el final de tu historia!