Completo En CristoMuestra

«Nuestro ser interior»

Nuestro ser interior, el ser u hombre espiritual; tiene la capacidad por medio de la mente de Cristo, de conocer lo que el Padre desea y ordena que se realice, así como juzgar los asuntos terrenales, desde la óptica celestial y eterna.

La sabiduría de este sistema, llamado «mundo», tiene las siguientes características: terrenal, animal y diabólica. La sabiduría divina contiene el antídoto y potencia, para contrarrestar y desplazar la sabiduría del mundo, por la perfecta voluntad de Dios que es buena agradable y perfecta. 

Estar completos en Cristo, por supuesto que incluye la mente de Cristo. Una mente gubernamental que todo lo sabe y que se inspira en el perfecto amor. Trabaja mediante los  diseños divinos, para cada área de nuestra vida. No es religiosa ni estática, sino dinámica y espiritual; manifiesta la sabiduría de lo alto, por lo que en Cristo, operando en su mente, tenemos habilidades que quienes no están en Él no tienen. 

Por ello, los hijos de Dios jamás nos debemos intimidar por nada ni por nadie, pues será notorio que operamos en una sabiduría superior a la del mundo. Cristo mismo nos fue hecho sabiduría, somos portadores de buenas noticias y las capacidades de solución de problemas operan nosotros. Habilidades creativas, de comprensión, análisis,  en sí, la expresión de orden y dirección, para que las vidas de los hijos manifiesten la vida de Cristo en toda su sabiduría y traigan las realidades celestiales a la Tierra.

Es de gran importancia, que nuestro entendimiento sea renovado mediante la iluminación que el Espíritu Santo realiza, y así, llegar a la comprensión de  la verdad presente; fundamental para poder vernos en Cristo desde una plataforma de gracia y justicia. Así desarrollar una mentalidad de reino, basada en la perfecta obra de Cristo y no en nuestros méritos propios, que jamás serían suficientes para alcanzar todo aquello que, por gracia y solo por gracia, nos ha sido concedido.

Que todo pensamiento sea llevado a la obediencia a Cristo, o de otra manera expresado que cada pensamiento y conclusión a la que lleguemos se alinee a la mente de Cristo, con la que ya hemos sido bendecidos. Él es la cabeza y nosotros el cuerpo obediente a lo que la mente perfecta de Cristo ordena nuestro destino y en la que siempre somos llevados en triunfo.