TransformaosMuestra

Hola de nuevo, seguimos con nuestros planos devocionales que forman parte de la serie "Transformación del alma", que se encuentra también en YouVersion. En esta oportunidad hablaremos de lo que implica ser “transformados”.

Según la RAE, transformar es: «Hacer cambiar de forma a alguien o a algo. Hacer que algo cambie, pero sin alterar totalmente todas sus características esenciales». Y justo esto es lo que sucede con nuestra alma. En Cristo, ella sufre un proceso de transformación en la mente, la voluntad, el carácter y los sentimientos, pero sin perder sus características esenciales, lo que nos hace distintos a los animales.

En griego, la palabra para transformación es "metamorfoo", que significa: «Transformar, cambiar la propia forma». Y esto es significativo en el proceso de la fe, porque a diferencia del espíritu, que de forma instantánea cobra vida espiritual en Cristo y pasa a ser uno con Dios, lo que indica que está completo y es perfecto, no sucede lo mismo con nuestra alma, porque esta necesita un proceso de transformación diaria y continua hasta el día en que veamos cara a cara a nuestro redentor (2 Cor. 4:16).

En otras palabras, mientras estemos en esta tierra, debemos trabajar en el proceso de transformación de nuestra alma. Es cierto que, al ser alcanzados por Cristo, nuestra alma tenía una forma, pero ahora gracias a Cristo podemos trabajar en ella; es decir, al renovar la mente con el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, vamos moldeando nuestra alma a la figura y la imagen de Jesucristo. Y esto es posible porque nuestro espíritu ya es uno con Él; entonces, lo que necesita renovarse, mudarse y transformarse es nuestra mente, emociones y voluntad, es decir, nuestra alma.

La pregunta es, bueno Kenneth, ¿cómo sé que mi alma está siendo transformada? Sencillo, porque ahora rechazas y rehúsas hacer las cosas que antes sabías eran pecado, deshonraban la imagen de Dios en ti o iban en contra de las leyes y principios establecidos por Dios, y hoy ama todo lo que Dios te enseña en Su palabra.

Algo importante en este punto es entender o afirmar un principio o conocimiento en ti, y es reconocer que el enfoque del Evangelio no está en lo externo ni en el cambio de carácter o de comportamiento de la persona, aunque esto también sucede como efecto de la obra de Cristo en ti.

Se trata más bien de que podamos entender que de nada sirve que cambiemos el carácter o el comportamiento si no se cambia la naturaleza de la persona, es decir, la esencia. Por eso, lo primero que hace Dios es cambiar nuestra naturaleza pecaminosa, para que luego vaya siendo cambiado todo lo demás.

Es por esto que es importantísimo creer correctamente, porque la persona que cree y piensa correctamente, acabará actuando correctamente. Es por esto que el enfoque primario no debe estar en lo externo, sino en la importancia de desarrollar creencias correctas desde adentro, desde el corazón (Prov. 4:23-25).

Es triste ver cómo hay personas que se excusan en ciertas frases para no manifestar ningún cambio. Por ejemplo, seguro que has escuchado esta frase alguna vez: «es que yo soy así, a quien no le guste, pues no pasa nada». Aparentemente parece una frase llena de personalidad, y que representa a una persona fuerte, pero si lo analizamos desde nuestra posición en Cristo, nos da a entender dos cosas:

Por un lado, si usamos esa frase para justificar nuestro mal carácter, estamos diciendo que no vamos a cambiar, cuando resulta que precisamente la transformación del alma tiene que llevarnos a un cambio de carácter.

Y, por otro lado, si utilizamos esa frase para tratar mal a los demás, a lo mejor no hemos entendido realmente quiénes somos en Cristo y cuál es nuestra nueva naturaleza.

¿Qué tal tú? En este punto, ¿crees poder evaluar tu sistema de creencias y principios versus carácter para ver si realmente tu alma está siendo transformada a la imagen de Cristo?

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