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AMIGOS Y LAS ADICCIONES

En nuestro último encuentro, exploramos la importancia de la escucha activa como una herramienta fundamental para ayudar a aquellos que luchan contra las adicciones. En este nuevo capítulo, nos adentramos en el papel crucial que desempeñan las amistades en la prevención de las adicciones.

Es esencial distinguir entre un compañero y un amigo. Mientras que un compañero puede ser alguien con quien compartimos actividades o consumos, un verdadero amigo trasciende estas interacciones superficiales. La Palabra de Dios nos enseña en Proverbios 18:24 que un amigo verdadero es más leal que un hermano.

Un amigo auténtico no nos ofrece soluciones rápidas para olvidar nuestros problemas, sino que nos anima a enfrentarlos y buscar soluciones reales. Está presente en los momentos difíciles, forjando nuestro carácter y celebrando nuestras victorias junto a nosotros.

A menudo, aquellos que luchan contra las adicciones confunden a sus compañeros de consumo con amigos verdaderos. Sin embargo, cuando los efectos de las sustancias desaparecen, también lo hacen estos compañeros, dejando a la persona sola y vulnerable ante el dolor.

Personalmente, experimenté esta dolorosa verdad en mi propia vida. En mi adolescencia, me vi rodeado de compañeros que parecían incondicionales al principio, pero que desaparecieron cuando más los necesitaba. Terminé enfrentando la soledad y el sufrimiento en las calles, aferrándome a las drogas como única compañía.

Tres de mis compañeros más cercanos de consumo acabaron destruyendo sus vidas, dejándome con una lección dolorosa pero crucial sobre la verdadera amistad. En mi proceso de recuperación, descubrí en la vida de Jesús el ejemplo perfecto de un amigo verdadero. En medio de su angustia, Jesús se rodeó de amigos que lo acompañaron en oración, mostrándome así el tipo de amistad que necesitaba buscar.

Si incluso Jesús necesitaba amigos que lo acompañaran en momentos difíciles, ¡cuánto más nosotros, necesitamos amigos fieles y comprometidos en nuestra vida! Todos necesitamos al menos un amigo así, alguien con quien podamos contar en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia.

Pero también es importante recordar que debemos ser esos amigos para los demás. En un mundo lleno de ofertas para anestesiar el dolor con sustancias o conductas adictivas, seamos amigos que acompañen en el dolor y lleven las heridas a la presencia de Dios.

Al ser este tipo de amigos, no solo podremos ayudar a aquellos que luchan contra las adicciones, sino que también podremos prevenir que otros caigan en ese mismo camino.