Un Movimiento poderosoMuestra

Un movimiento poderoso

por Rocky Fleming

Día 4: Su llegada

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un solo lugar. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Y se les aparecieron lenguas partidas como de fuego, y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran. Hechos 2:1-4 (NVI)

Como dije antes, creo que hay una obra poderosa del Espíritu Santo que está sucediendo en otras partes del mundo que es similar a lo que sucedió en Pentecostés. No es lo mismo, porque ese fue un evento único y sorprendente que lanzó a la Iglesia. Esas personas reunidas en el Aposento Alto no habrían tenido idea de lo que sucedería después. No sabían qué esperar. Solo sabían lo que Jesús les dijo que hicieran y que algo sucedería para darles poder para hacer discípulos, como Él les había instruido. Hombre, sucedió, cuando el Espíritu Santo primero se precipitó con el sonido, que ellos escucharon, y luego visualmente cuando vieron un toque misterioso del Espíritu en cada uno de ellos. Estoy seguro de que todos sus sentidos fueron tocados, así como la vista y el oído. Todos nos preguntamos si este tipo de manifestación podría volver a ocurrir. La verdad es que está sucediendo ahora, pero no lo reconocemos, porque sucede de una manera diferente. Considere lo siguiente:

Si nos fijamos en la descripción mencionada en Hechos, notemos que la manifestación especial recaía en cada individuo. Más tarde vemos que a esos individuos se les dieron lenguas conocidas y extranjeras, y probablemente eran lenguas diferentes entre sí. Esos lenguajes se usaban para declarar la gloria de Dios a los extranjeros fuera del aposento alto. A estos discípulos se les dio un propósito, y lo que recibieron fue para un propósito que Dios tenía en mente, el cual lanzó la Iglesia. Por esa razón, y por la razón de que nuestra misión como discípulos continúa, como ese día en el Aposento Alto, creo que Dios todavía les da un toque especial a las personas hoy en día para un servicio especial que Él tiene en mente.

Considera, si quieres, los dones espirituales que el Espíritu Santo da a cada creyente. Cada regalo tiene una expresión única que se relaciona con nuestro momento de vida, experiencias, personalidad y llamado. Cada don espiritual es dado para dar gloria a Dios mediante la edificación de Su Iglesia. Puede que el regalo no sea un idioma extranjero, pero ¿podría serlo? Es un misterio. Es posible que el don no sea un don de hablar, o un don de sanidad, o un don de liderazgo, pero será un don para servir al propósito de Dios de alguna manera. El don no es para glorificarnos a nosotros mismos, sino más bien para glorificar a Dios. Por lo tanto, la forma en que Él nos toca hoy es diferente a la de Pentecostés, pero tiene el mismo propósito, siempre y cuando hayamos adoptado la agenda de Dios como la nuestra. Como fue cierto en Pentecostés con los discípulos en el Cenáculo que tuvieron que dejar su seguridad e investir su don espiritual con esas personas en el exterior, así es con el uso de nuestro don. Debemos dar este regalo al mundo que nos rodea, para ver al Espíritu Santo más profundamente en nuestra propia vida.

Hay algunos puntos de vista de que los "dones de señales" vistos en el siglo I ya no están activos, y que fueron dados para un propósito especial y por un tiempo determinado. Esta sería una manera conveniente de excusar por qué una manifestación especial del Espíritu no ocurre en una iglesia o en una vida, diciendo que ya no tiene lugar. No puedo ir allí con este razonamiento. Creo que todos los dones espirituales son reales y activos. Creo que algunos de ellos también son falsificados, y se necesita discernimiento. Es por eso que hay un don dado para ese propósito para proteger a la Iglesia.

Sin embargo, no podemos limitar nuestra comprensión del Espíritu por nuestra experiencia, porque personalmente, no he visto lo suficiente como para declarar la realidad de la gran obra milagrosa del Espíritu, aparte de mi fe en que Él todavía está obrando milagros. Estoy dispuesto a decir que quiero ver más y necesito ver más y pido ver más. Pero hasta que vea más, creeré más, y pensaré más en lo que Él ha hecho, en lo que está haciendo... y tal vez lo que Él escoja hacer si me coloco delante de Él para recibir Su toque. Creo que Él está esperando que nosotros, como Su familia, lleguemos a esta posición antes de que Él aparezca a lo grande. Creo que esto puede muy bien ser lo que Él está esperando. Por esa razón, ¿te unirás a mí en la preparación del camino para que el Espíritu sea bienvenido?