Un Movimiento poderosoMuestra

Un movimiento poderoso

por Rocky Fleming

Día 2: Obediencia

Y estando con ellos, les ordenó que no saliesen de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre, la cual, dijo, "oísteis de mí; porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días". Hechos 1:4-5 (NVI)

Al leer este versículo, me pregunté si las personas que escucharon a Jesús dejar esta última instrucción se habrían perdido la experiencia de Pentecostés si no hubieran obedecido las instrucciones de Jesús de esperar a que el Espíritu Santo los bautizara. Considera, si quieres, que los discípulos eran principalmente de las ciudades del norte de Israel en Galilea. Habían estado lejos de la familia, de los amigos, del calor de sus hogares, y habían pasado por una montaña rusa con Jesús desde Su crucifixión hasta Su ascensión. ¿No sabes que, al igual que tú y yo, ellos sentían nostalgia por estar fuera de la carrera de ratas de Jerusalén y de vuelta en su propia cultura alrededor del Mar de Galilea? Comer el pan horneado y el pescado fresco que allí se pescaba, y contemplar la puesta de sol sobre el gran lago también llamado Tiberíades y Genesaret, habría estado en sus pensamientos. Lo habrían anhelado. Estos son pensamientos típicos de nostalgia, y estoy seguro de que algunas de esas personas que escucharon a Jesús decirles que se quedaran más tiempo podrían haber gemido en silencio cuando lo dijo. Pero obedecieron y, como siempre, se beneficiaron de seguir la guía de Jesús al obedecerle.

También me pregunté si no hubieran obedecido, ¿habría ocurrido Pentecostés? Estoy convencido de que habría sucedido, aunque no sería con aquellas personas que desobedecieron, y podría haber sucedido en un lugar o momento diferente con otras personas. Como puedes ver, Dios tiene el control absoluto, y no hay nada que el hombre pueda hacer que le arrebate este control. Él tiene un plan y estamos invitados a unirnos a Él, aunque Él nos deja a ti y a mí si obedecer o no. Tenemos una opción y, debido a ella, podemos perderla y no unirnos a Su obra, aunque Él nos invite y quiera que nos unamos a Él.

Esto trae una observación interesante de algo que sucede en otras partes del mundo, pero no aquí. El Espíritu Santo está obrando poderosamente en otras partes del mundo que pueden ser similares al gran derramamiento de Pentecostés, aunque no lo vemos aquí en este país, excepto en raras ocasiones. Ahora comprende que es el mismo Espíritu Santo de Pentecostés el que está obrando, con la misma misión y con la misma invitación que Él ha dado a su familia a través de los siglos para unirse a Su obra. Pero, ¿por qué está sucediendo algo magnífico en otras naciones y no aquí? ¿Es porque Dios no está interesado en mostrarse poderosamente aquí o porque Dios no nos ha invitado a unirnos a Su obra?

Estas son algunas reflexiones a tener en cuenta. ¿Pero no tiene sentido que sea nuestro Salvador o el Espíritu Santo quien nos está limitando cuando nos instruyó a ser llenos por el poder del Espíritu Santo y luego hacer discípulos? ¿Podría ser que Él nos ha invitado, pero no todos hemos aceptado Su invitación? ¿Podría ser que estemos impidiendo un gran despertar en este país porque no estamos buscando y esperando que el Espíritu Santo caiga sobre nosotros y nos dé poder? ¿Podría ser que hemos "regresado a casa" en nuestras mentes y corazones a nuestras comodidades e intereses personales, y nuestro objetivo no es hacer discípulos, sino cómo mejorar la vida? Es como el hombre soltero que una vez escuché orar: "Señor, quiero hablarte de mí. Sé que no soy mucho, pero eso es todo en lo que pienso". Tal vez no nos unimos al Espíritu Santo porque somos todo en lo que pensamos.

Si esperamos ver una obra grande y magnífica de Dios, debemos entender que no podemos hacerla realidad. Es Su elección y está dentro de Su planificación. Pero creo que podemos evitar que suceda... sí nuestra vida es impulsada solo por nosotros mismos. Si quieres que Su obra se manifieste en tu vida de una manera importante, comienza con buscar Su llenura, obedecer lo que Él te revela y esperar con expectativas de que Él aparecerá. Empieza por ahí y mira a dónde te lleva.